He estado a punto de dejar a un lado la oportunidad de hablar, un año más, de ello, por caer en la trampa de que la repetición podría acabar saturando y, al final, alejando. No es ningún dislate, en los últimos años, oficialmente, se ha avanzado más que en todos los siglos anteriores y se ha abierto, ahora parece a bocajarro, el baúl de las desvergüenzas; claro, han salido prendas que muchos usaban casi a diario, unos sin ser conscientes, otros de pleno derecho, y se les ha informado de que aquello que hacían no es 100% perdonable porque así se ha hecho toda la vida, sino que es 100% de violencia de género.
Por fin, se le ha puesto nombre a hechos condenables que han pasado desapercibidos por completo, que incluso eran aprobados abierta y socialmente, convertidos en chascarrillo y tema de conversación; sí, querido, es violencia, no todo es matar, violar o agredir. Y es fácil condenar aquello de lo que te sientes y crees firmemente inocente, pero cuando vienen a explicarte que podrías ser cómplice o incluso culpable, la causa se te hace más pesada de llevar y el juicio, eterno.
Solo queda un camino, permanecer firmes, incluso cuando dan ganas de abandonar porque la machistada mayor sale de la boca de una pobre compañera con síndrome de Estocolmo. La inteligencia humana es inescrutable. Ahí está Trump y sus votos latinos.
Así que sí, necesitamos recordar que el lunes es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, que este año se cumplen 25 desde que la ONU iniciara la conmemoración y es inexcusable hacerlo porque, por darles algunos datos, la mutilación genital femenina ha aumentado un 15% en los últimos ocho años, 736 millones de mujeres han sido víctimas de violencia física, sexual o ambas al menos una vez en su vida, entre el 16% y el 58% de las mujeres en todo el mundo experimentan violencia a través de la tecnología o el 70% de las mujeres en conflictos, guerras y crisis humanitarias experimentan violencia de género. Por dar algunos. Así que, cuidado con que nos convenzan de que estamos más guapas calladas y que plantar cara puede ser contraproducente. Mucho cuidado.