Hace muchos, muchos años, durante una intrascendente conversación con una interlocutora acorde, tuve que escuchar un exabrupto típico de personas acomplejadas y con inevitable tendencia a la codicia de todo aquello que tenga el prójimo, sea lo que sea, para cumplir aquello de al hierro, el orín, y la envidia, al ruin. Yo, en ese entonces, me dejaba el sueldo (y el de mi pareja) en ayudar a todo bicho de cuatro patas que se cruzaba en nuestro camino; no tenía hijos, ni intención, ni pensamiento, ni deseo de tenerlos. Estrenaba mi plaza de profesora, sacadita del horno del estudio y el esfuerzo, después de haber trabajado en la empresa privada, en distintos ámbitos, desde los veinte años recién cumplidos. Prometo que no vengo a hacer apología de la meritocracia ni mucho menos, líbrenme el sentido común y los datos. El caso es que, en tal circunstancia de charla banal, no sé por qué salió el tema de las pensiones y la susodicha me espetó que yo, por no tener hijos, no debería cobrarla en un futuro porque no aportaba a la sociedad "materia prima". Lo de materia prima es cosecha mía, no recuerdo el término, pero a tal grado de nomenclaturas, este tipo de gente no llega. Para contextualizar un poquito más, la señora, no mayor pero sí señora, no trabajaba. Por lo que sé, en total, tendrá cotizado algún que otro día.
Hoy, echando un vistazo rápido a los temas del día, me encuentro con que la Ley de Familias verá finalmente la luz en 2024 y la baja por nacimiento se ampliará de 16 a 20 semanas. No disfrutaré de tal beneficio, pero me alegro infinito por todas las mujeres que serán madres en el futuro y espero y deseo que ese permiso siga ampliándose. Por los papás también, por supuesto, pero me van a permitir y reconocer que la carga maternal los primeros meses, sea la lactancia como sea, que ya vale de tirarnos piedras, queridas, cae a plomo sobre los hombros maternos. Voy y me pongo a leer comentarios de la noticia y sin esforzarme lo más mínimo me encuentro con: «¿Y por qué yo, sin hijos, debo pagar la fiesta de los padres?». Entonces he recordado a la señora y su deseo de que yo no disfrutara de pensiones en aquel entonces.
A pesar de la existencia y abundancia de seres absolutamente insulsos y mezquinos, no dejen de disfrutar de estos días de celebración. Feliz solsticio de invierno.