Uno de los protagonistas de noviembre es -y por méritos propios-, Don Rafael Nadal Parera. Tenista de profesión, y persona bien remunerada con el cariño y admiración de sus amigos, fans y rivales. Brumario pone broche de oro a la carrera del mejor deportista español de todos los tiempos, y dejará para la eternidad ese «¡Vamos, Rafa!», que resonará para siempre en la historia.
El día de su despedida, el de Manacor agradecerá al público sus aplausos, y guardará su leal herramienta de trabajo en la funda. Esa raqueta que le ha acompañado por el mundo y que, por esas cosas del destino, bajó un día de los cielos para tomar tierra en mitad de La Mancha. Se abrió paso desde la estratosfera, y cayó en el centro geodésico. En la antaño Villa conocida como 'Prima ab Origine Nostra'. Cosas del realismo mágico manchego.
El suceso bien pudiera calificarse de extraño e inaudito. El aterrizaje aconteció en un terreno lindero al cerro conocido como 'La cabeza del Conde'. Ahí cayó la universal raqueta del gran Nadal. Su advenimiento al mundo tuvo lugar un gélido día enero de hace once años. Ejercieron como notarios cervantinos los cuatro molinos que conforman su generadora crestería.
La raqueta pudo caer en muchos sitios. Pero lo hizo allí, precisamente. Y quién sabe si también, sabiamente. Bajó a la tierra barruda como maná celestial, para que las generaciones venideras se alimenten -si así lo valoran-, con el orgullo de ese celestial suceso. Otra cosa es que nadie lo recuerde, o no se conceda el valor simbólico que merece. Esta es la historia de la raqueta y su llegada al centro geodésico.
El hecho abrió los telediarios de un veintitrés de enero de 2013. Ese día en El Espinar, en la provincia de Segovia, alguien decidió colgar la raqueta de Nadal en un globo. El tenista salía de una lesión y un grupo de aficionados decidió apoyarle con una iniciativa muy original. La narración periodística del hecho fue la siguiente: «La plataforma de los seguidores de Nadal ha recogido los mensajes de apoyo para llenar un globo de helio, que subió la raqueta cedida por Rafa hasta la estratosfera, en un lanzamiento llevado a cabo desde las pistas de tenis del Open Castilla y León. El globo tardó aproximadamente una hora en alcanzar los treinta y un mil metros de altitud hasta estallar y comenzar el descenso. Tras cuarenta y cinco minutos de bajada, la raqueta aterrizó en Madridejos, provincia de Toledo, llegando a alcanzar los 146 km/h de velocidad en desplazamiento horizontal. Tras su descenso a la tierra, la raqueta fue devuelta a Nadal para que sienta en sus manos todo la fuerza y aliento de sus fans y seguidores».
La raqueta cayó en el centro geodésico y fue devuelta sin derecho de siembra para más gloria de tan ilustre tenista. Desde ese día esa raqueta, tan universal, tiene algo de barruda y manchega. El destino quiso que descendiera, deliberadamente, en esta tierra. También universal.
No pudo caer en mejor sitio.