Se reúnen los presidentes de Comunidades Autónomas en la primera reunión de este tipo convocada por el presidente del Gobierno desde hace tres años. Hablan, según parece de fiscalidad y financiación, lo cual es bueno, ya que «la pela es la pela» y poco se puede hacer si no hay dinero. Se pone la golosina de condonar la deuda que las Comunidades tienen con las arcas del Estado, si se aprueba el que pueda haber alguna financiación singular (ya saben, todos somos iguales menos vascos, navarros y ahora catalanes). En fin, caramelos a la puerta del colegio para que algunos piquen y se rompa la oposición lógica a que se rompa, un poco más, la unidad fiscal del Estado. Cómo mucho es lo prometido y menos lo que se cumple, vaya Ud. a saber cómo terminará este nuevo capítulo de la serie «La Moncloa y yo», pero me llama la atención que, de nuevo, siendo importantísima la cuestión de la financiación, se siga sin hablar de cuestiones de Estado que, aunque de competencia autonómica, son básicas. Una es la que hemos visto con el drama que la DANA ha vuelto a suponer en algunas tierras de España, la otra, para mi vital, es que el modelo del sistema educativo y los esfuerzos que hay que dirigir a sacarle del agujero en que se encuentra, sean temas prioritarios. Es cierto que el gasto social resuelve un problema a corto de familias y personas que sufren necesidades inmediatas, pero la educación es el ascensor social para que las próximas generaciones estén mejor preparadas para resolver por si solas su mejoría social. Soy ya muy mayor, pero recuerdo a mis compañeros de colegio y conozco la trayectoria de muchos de ellos que alcanzaron objetivos profesionales y sociales de alto nivel por el nivel que alcanzaron gracias a su formación escolar y académica. Hoy no se prioriza el dotar de medios a la educación en todos sus niveles, no se educa a las nuevas generaciones para que sean conscientes de que su futuro depende fundamentalmente de ellos. Vamos camino de una sociedad que exige una preparación totalmente diferente. Mientras, nuestros responsables políticos discuten de cuestiones que son importantes, pero ¿no creen Uds. que pensar en el futuro de nuestros hijos y nietos es lo principal?