Recuerdo que en la Facultad ya teníamos asumida la definición de economista como "el profesional que sabe explicar perfectamente, una vez pasado el momento, por qué no ha sucedido lo que él predijo que iba a suceder". Las ciencias sociales no son matemáticas y por mucha información que tengas, no puedes ir presumiendo de certezas para predecir que escenario se va a producir. Esta definición se puede extender a otras muchas ramas de conocimiento. Todo aquello que tiene que ver con la naturaleza, puede entrar en este campo. Cierto es que cada vez hay una mayor tecnología y conocimiento, lo que permite predecir con más aproximación los escenarios que se pueden dar. Ya no estamos en aquellos tiempos en que Mariano Medina, el Hombre del Tiempo por antonomasia, nos hablaba desde la Televisión sobre lo que, hipotéticamente podía suceder al día siguiente. Ahora tenemos aplicaciones en el móvil que nos indica, con bastante aproximación, el tiempo que va a hacer en la próxima semana. Pero siempre existe el margen de error sobre la cantidad de lluvia, velocidad del viento, o cualquier otro fenómeno meteorológico. Pero esto no es excusa para que la Administración, en cualquiera de sus niveles, no tenga prevista la respuesta ante los distintos escenarios. Y aquí es donde si podemos ser exigentes a la hora de pedir responsabilidades. Quién dio la licencia para construir en zonas inundables, por qué no se tuvo en cuenta las posibles avenidas que se podían ver interrumpidas por el trazado de una carretera o de una vía de ferrocarril, quién y cómo debe ser el responsable de disparar las alertas ante una posible catástrofe, que tipo de formación e información debe tener el ciudadano para minimizar los riesgos que, seguro, tendrá que correr en determinadas situaciones. Cómo están previstos los tiempos de respuesta para llevar ayuda a las zonas afectadas, que tipo de estructura se tiene que montar para atender a las víctimas y poner en marcha la reconstrucción de los destrozos que se hayan podido producir, etc. etc. De momento, dejen de echarse dardos los unos a los otros y piensen cómo hacer lo posible para ayudar a las víctimas. Ni la Generalitat ni el Gobierno Central están para ponerse medallas. Ya llegará el momento de ceses y dimisiones y seguro que veremos a varios desfilar por los Tribunales, pero ahora lo que hay que hacer es trabajar por el bien de todos.