Ana Nodal de Arce

Me la juego

Ana Nodal de Arce


Defender la alegría

30/05/2024

«Defender la alegría como una trinchera». Así comienza un hermoso poema de Mario Benedetti que me ha venido a la cabeza ante el ansia de diversión, de salir de la rutina, de cantar, de bailar y de ser protagonista de nuevas experiencias, que han inundado Toledo en los días previos a nuestro Corpus. Resulta que no éramos tan tristes ni tan serios como nos habían hecho creer. Qué alegría.
Los propios toledanos, bastante autocríticos, nos consideramos secos, de carácter austero, con lo cual, hace siglos, llegamos a la conclusión, tal vez impuesta, de que no hacía falta que nuestras fiestas fueran un derroche de diversión. ¿Para qué?, decía algún que otro concejal de Festejos, escéptico ante nuestra supuesta apatía,  Pues, miren ustedes, resulta que estábamos equivocados. Que guardábamos un júbilo que ha estallado con descaro. Confieso que me ha sorprendido que casi 2.000 personas se hayan unido para formar peñas. Olé por esas gentes que celebran la vida con la pasión que tanta falta nos hacía. A ese ambiente de ilusión, se ha sumado, cosas de la vida, nuestro Toledo, que nos tiene en ascuas y expectantes ante su posible ascenso. 
Ha llegado el momento de que Toledo se mueva. Las dudas son para los cobardes, que hacen de la desidia su bandera. A lo nuestro: reivindiquemos la Peraleda como el recinto ferial más adecuado, mejor ubicado y comunicado para la ciudad. No pongamos más palos en las ruedas ni nos quebremos la cabeza cavilando sobre opciones imposibles. Ahí tenemos unos inmensos terrenos, que pueden albergar las atracciones de las ferias, las terrazas de verano, el ocio y la práctica deportiva cotidiana que tanto gusta a los toledanos. Hagamos de ese recinto nuestro propio espacio. Para relajarnos, para divertirnos, para dar a Toledo esa oportunidad que merece ante tanto político que ha optado por buscar más el beneficio del ladrillo que el bienestar de los vecinos. Por cierto, que nos devuelva Interior esa superficie que iba a albergar una infraestructura que habrá de buscar otro destino más apropiado. Ahora nos toca a nosotros implicarnos y poner sobre la mesa demandas eternas que nos han dejado paralizados, mientras otros aceleraban a velocidad de crucero. 
Ser valientes no significa estar siempre seguros, sino una actitud ante la vida, que implica tomar decisiones pensando en el futuro y superando las dudas que, a cada instante, invaden al ser humano. Hay que proteger lo bueno que tenemos, que es mucho, pero no por ello regodearse en una eterna paralización del pensamiento, de los hechos, de los pensamientos. Como no sepamos adaptarnos a los tiempos que ya están aquí, nos quedaremos anclados en un pasado que, más que a gloria, olerá a naftalina. 
No dejemos de admirar nuestra espléndida Catedral, esas calles mágicas que albergan la tradición milenaria de la procesión del Corpus y disfrutemos de la fiesta, que la vida es tan fugaz e incierta como la estela de esas estrellas que nos ilusionan las noches de verano. "Defender la alegría como una bandera". Lo dijo Benedetti. Sed felices, toledanos.