Quedé con el señor Aquilino, el Suave, para que me contara cosas de cuando anduvo metido en la guerra de Sidi Ifni y ver algunos retratos de entonces. Abrió la puerta su hija y me acompañó hasta el patio trasero. Sentado en una banqueta guisaba aceitunas que tenía endulzando en agua. El señor Aquilino, el Suave, habla bajo, sin levantar la cabeza. Concentrado en poner la proporción adecuada de especias.
-Soy de la quinta del 56. Hice el servicio en el Regimiento de Redes Permanentes y Servicios Especiales de Trasmisiones. La instrucción nos la dieron en el campamento de Prado del Rey, pegado a Televisión Española, luego me destinaron a África, a Telata de Isbuía, en la provincia de Ifni, como obrero de línea, asignado al destacamento del Cuerpo de Tiradores que mandaba el capitán Niceto Llorente Sanz.
-Y le pilló de lleno todo el «fregao» –afirmo mientras le acerco un pequeño manojo de tomillo salsero.
-La cosa se barruntaba, porque andaban los moros hostigosos y con ganas de tocar los huevos. Pero se puso jodida de verdad la madrugada del 23 de noviembre del 57. Se calentaron y nos arrearon con todo lo que tenían: fusiles, metralletas, morteros. Nosotros no éramos más de un ciento y nos pillaron desprevenidos. Nos rodearon y aguantamos las andanadas como pudimos hasta el 2 de diciembre –menea la cabeza despacio-, cuando una columna de infantería, que había salido de Sidi Ifni, rompió el cerco y entró en Telata. Que también las pasaron bien putas por el camino…
-Me acuerdo de que uno de los que más cojones le echó fue Joaquinito Fandos, buen muchacho y simpático, de la parte de Levante –tarda un poco en volver a coger el hilo, remueve las aceitunas-. El pobre murió el día que nos liberaron. La víspera lo entretalló de mala manera la explosión de una granada de mortero.
-Echamos abajo el puesto para no dejar refugio a los marroquines y estábamos de vuelta en Sidi Ifni el 5 de diciembre, acojonados, con cinco muertos y más de una docena de heridos graves. Y allí nos quedamos aguantando el tipo hasta junio del 1958.
-Le llaman «la guerra olvidada» –apunto.
- ¡Y lo es! –asiente y cambia de tema-. Carmen Sevilla estuvo en Nochevieja cantando y bailando. ¡Qué mujer más guapa! Miguel Gila también actuó, pero yo no pude ir a verlo.