El rey Alfonso XIII, por Real Decreto del 6 de febrero de 1926, creaba oficialmente la 'Fiesta del Libro Español' el día 7 de octubre. Se pensaba, entonces, que ese día había nacido Cervantes. En 1930 se modificaría la fecha para arreglar el entuerto al 23 de abril, fecha de la muerte de don Miguel de Cervantes, que, en realidad, murió el día anterior, viernes 22 de abril de 1616.
El primer Día del Libro en España se celebró el 7 de octubre de 1926 con el objetivo de rendir homenaje a los «gloriosos cultivadores de nuestro idioma» y muy especialmente a Miguel de Cervantes. En todos los centros docentes del país, en todas la Academias, Universidades, Escuelas de Magisterio, Diputaciones, bibliotecas, ateneos y diversas instituciones de toda condición se organizaron sesiones dedicadas al elogio del libro con conferencias y actividades en torno al tema.
Destacar la sesión pública extraordinaria que celebró la Academia Española de la Lengua, presidida por el ministro de Instrucción Pública, Eduardo Callejo y el presidente de la Academia Ramón Menéndez Pidal con un discurso del folclorista, paremiólogo, lexicólogo y cervantista Francisco Rodríguez Marín (leído por Serafín Álvarez Quintero) y la junta pública y solemne de la Academia de Historia, presidida por el Conde de Cedillo, con dos interesantes discursos: 'La implantación de la imprenta en España' del erudito Vicente Castañeda y 'El arte de la encuadernación' del bibliotecario de la Academia Guillermo Antolín.
La Biblioteca Nacional organizó visitas guiadas durante toda la jornada para mostrar sus dependencias y sus obras más significativas, especialmente abrieron la sala 'Cervantes' en las que estaban colgadas las pinturas de Antonio Muñoz Degrain con escenas del Quijote. La Asociación de Escritores y Artistas, fundadora del Instituto Cervantes, se sumó a los actos y en la que alumnos y alumnas de la Asociación leyeron pasajes del Quijote. También se convocó el que podemos considerar el primer premio nacional de novela, con un concurso nacional para otorgar un premio en metálico de diez mil pesetas a la obra publicada en castellano el año anterior que hubiera tenido más interés para el público con un jurado nacional de escritores y académicos. Y se inició una tradición que sigue, todas las librerías del país rebajaron un diez por ciento el precio de todos los libros del día.