La confirmación de varios focos de lengua azul en Extremadura de una variante prácticamente olvidada en su territorio, el serotipo 1, coincide con el mejor momento que vive el precio del cordero en el país por baja oferta, y en una de las grandes productoras de carne. De los 1,8 millones de cabezas anuales, cerca del 90 por ciento se comercializan fuera de su territorio, y en la exportación.
De ahí que la proximidad fronteriza a la comarca portuguesa de Évora donde se ha confirmado la existencia de serotipo 3, más virulento por una mayor morbilidad y mortandad, no solo mantiene en vilo a los ganaderos extremeños, sino a los de varias provincias como Ciudad Real, Toledo, Huelva, o incluso Zamora donde se ha activado la compra de vacunas cuya aplicación es voluntaria, aunque la mejor opción para sofocar el fuego.
Partiendo de que la lengua azul no es una zoonosis, es decir, no tiene consecuencias en la cadena alimentaria ni en los humanos, todo el sector sigue el minuto a minuto que llega del laboratorio veterinario de referencia de Algete. El fin es calibrar mejor el riesgo que presenta el vuelo del mosquito transmisor del virus en este suave arranque de otoño que ofrece todavía mucho margen de actuación al culicoides.
Sin embargo, a diferencia de otras crisis veterinarias, la reacción en cadena ha sido rápida y efectiva. En poco más de una semana, las administraciones central y autonómicas analizaron el escenario que presentaba el foco de Portugal y adoptaron medidas seguras y flexibles para evitar la paralización del comercio nacional de corderos en este momento del año. Al principio se suspendieron los intercambios con el país vecino, pero fue por protocolo sanitario; horas después, se articuló un sistema de control de salidas desde las zonas libres que las propias autoridades lusas fueron precisando, en línea con las directrices que se estaban instruyendo desde el Ministerio de Agricultura con Francia, donde también están confirmados casos del mismo y temido serotipo.
Porque lo peor de estas crisis es entrar en pánico, y "lo mejor", el conocimiento que todo el sector adquiere para evitar lo antes posible la propagación de un virus que revuelve todo para tentaciones de algunos pescadores. De ahí que las lonjas hayan sido prudentes y cautas estos días críticos, y hayan optado por mantener los últimos precios hasta que vayan fraguando las decisiones acordadas por todas las comunidades autónomas en coordinación con el RASVE, la red de alertas sanitarias veterinarias de nuestro país. Muy responsable ha sido también la decisión de suspender la presencia de rumiantes en los rediles de la feria internacional ganadera de Zafra, pese a ser el gran atractivo del certamen, aunque la declaración de zona restringida en toda Extremadura dejaba poco margen de improvisación.
Asimismo, y para evitar el caos, los jefes de servicio de ganadería de todas las comunidades autónomas, aprobaron relanzar el acuerdo de 2021 sobre requisitos sanitarios para los movimientos de bovino y ovino desde las nuevas zonas de restricción por serotipo 8 y 1 del virus, y mantenerlas hasta el inicio del período estacionalmente libre del vector por falta de vacunas. Esto es, asumir los movimientos bajo escrupulosas medidas de desinsectación, bioseguridad y pruebas PCR, según el destino de los animales para vida o sacrificio.
Al final, la imprevisible aparición de una enfermedad como esta requiere de respuestas claras y también proporcionales, ya que es entendible que ningún laboratorio pueda dar respuesta automática a una situación sobrevenida como la actual.
Sin embargo, la colaboración de todos es esencial para trabajar con cierta normalidad mientras los repelentes hacen de barrera y el invierno corta el vuelo al verdadero culpable de la infección.