Pedro Carreño

La Ínsula

Pedro Carreño


Fangoria

25/06/2024

Me llamo John Connor y vengo del futuro. Si vio alguna de las películas de Terminator, me recordará. En aquel papel cinematográfico, fui el líder de La Resistencia. Fotograma a fotograma, luche para que Skynet -el sistema de inteligencia artificial que domina las máquinas y el mundo-, no se hiciera con el control de la humanidad para convertirnos en sus esclavos.
Ahora regreso otra vez del futuro para advertirles de una realidad similar. Vengo de un país llamado República Democrática de Fangoria. Mi misión es alertar de lo que allí acontece. Sobre cómo se vive, piensa, actúa y se gobierna en aquel territorio.
Fangoria debe su nombre al fango en el que se cimentó su fundación. En su origen -antes de ser lo que es ahora-, se regía por unos principios democráticos consensuados con su entorno occidental. Todo iba relativamente bien hasta que alguien llegó al poder -de forma democrática-, e instaló en el seno del Estado una máquina de fabricar fango. La importó de países doctos en tal materia repletos de historia convulsa y radical. Ese aparato maquiavélico era una especie de Skynet diseñado para fabricar bulos, y repartirlos en todas las instituciones del Estado para su beneficio y perpetuidad.
El fango ocupó lentamente espacios ideológicos hasta conseguir que la verdad, se confundiera con su viscosidad y pestilencia. Su técnica era muy sencilla. La máquina fabricaba kilos de fango y los distribuía por sus terminales mediáticas, que cada vez eran más potentes. Inmediatamente después de su difusión, desde el Palacio Presidencial se decía que el fango procedía de sus enemigos y opositores. De esa manera, embarraba y tapaba la verdad para confundir a los ciudadanos de buena fe. La mentira tapó la verdad. La técnica fue conocida como "el espejo del cinismo".
En Fangoria rige un sistema presidencialista, autocrático y familiar. A penas hay disidencia, oposición o resistencia. La que queda sufre la calumnia, la difamación y el desprestigio. Cuando alguien levanta la voz, y recuerda el verdadero significado de la palabra "verdad", la manguera del bulo vomita más toneladas de fango. 
En Fangoria, el pensamiento único lo ocupa todo. Aparentemente, hay varios medios de comunicación pero, en realidad, todos son terminales y tuberías de La Verdadera Máquina del Fango. En Fangoria, la justicia es una herramienta más al servicio del Palacio Presidencial.
Ese pensamiento único hace que todo el mundo vista igual, para evitar vanidades y diferencias de clase social. En las reuniones familiares, vecinales o de amistad, los ciudadanos permanecen callados para no cometer delitos contra la leyes "democráticas" que rigen en Fangoria. Todo está regulado hasta el paroxismo: la comida, la bebida, el cilindraje de los coches, las vacaciones, el alquiler y venta de los pisos, los sueldos, la enseñanza, la iniciativa empresarial individual y colectiva, el comercio, el ocio e, incluso, las relaciones personales e íntimas. 
En Fangoria, los delitos por sedición o malversación apenas existen. Especialmente para la élite dominante. Hace unos años se elaboró una ley de amnistía, redactada y aprobada por esa casta, para eximirse a sí mismos de los delitos cometidos con anterioridad.
Se me olvidaba decir dónde está Fangoria. Está en el otro lado del muro.