Pedro Carreño

La Ínsula

Pedro Carreño


El descanso

18/06/2024

Junio es la puerta del verano. Con, o sin sayo. Un mes meridano y salomónico por su ubicación. Y muy gallego, porque nunca se sabe si sube o baja. En el calendario es un puerto de categoría especial. Al coronarlo, regala la satisfacción por conquistar la primera mitad del almanaque. Desde su pico, se mira con orgullo lo ya recorrido. Luego invita a descender suavemente por los meses venideros, con la vista puesta en la meta del 31 de diciembre. Junio tiene espejo retrovisor. Pero también luces largas. 
Lo indudable de este mes es que alarga los días más que ninguno, porque aporta más luz y claridad que nadie. Abre los sentidos -aletargados en el invierno-, para percibir con más intensidad los colores, olores, y sabores del verano. "Junio soleado y brillante, te pone de buen talante", dice el refranero castellano.
La puerta que abre este mes invita a pensar en el merecido descanso estival (caso de que la actual situación económica lo permita, y las circunstancias también). La luz y cercanía de esos próximos días vacacionales hacen entornar los ojos, y guían la mente hacia aquel lugar dónde cada uno sitúa su Parnaso. 
En ese cósmico instante en el que la mente se evade de su corpórea cárcel, los pies comienzan a levitar sobre el fango pisado en el primer semestre del año. Se elevan ligeros, sin peso. Con la levedad y rapidez de Hermes en su oficio de mensajero. Dejan atrás ese fango apestoso y maquiavélico -procedente de la industria que dice que no es suyo-, que amenaza con convertirse en arenas movedizas. Un fango carnívoro, capaz de tragarse el esfuerzo colectivo sembrado hace casi medio siglo.
En ese mágico momento, la vista salta sobre el muro construido en estos últimos meses. En su brinco, borra de su retina las imágenes más bochornosas e ignominiosas. Las que se han convertido en una muralla y han separado a familias, vecinos y paisanos. Esas instantáneas -sonrojantes y aborrecidas-, grabadas con vergüenza en esta primera parte del calendario. 
En ese plácido segundo de ensoñación, los oídos se cierran y dejan de escuchar los embustes y mentiras que hacen sangrar los tímpanos más sanos. Esos acordes aterradores son expulsados del conducto auditivo con furia y honestidad. Las notas de la verdad, se convierten en la sintonía de ese instante melódico e inspirador, deseosas de ser interpretadas por mejores orquestas y directores.
Después de saborear ese momento idílico y veraniego, los ojos se abren y miran la realidad, aparentemente difícil de torcer en estos momentos. Pero no por ello imposible. La esperanza hace que los iris se claven en lo que resta de año, y buscan un horizonte sin fango, ni muros, ni mentiras. Porque ese lugar, y esa meta, existe.
Aún queda para el día Reyes.  Pero por pedir, que no quede. Entornar los ojos y soñar con ese lugar y momento de paz y descanso, todavía no cuesta. Un lujo ensoñar con ese instante, que merecemos.
Lo que vislumbra ese entresueño, ha de llegar pronto. No solo las vacaciones.