Miguel Ángel Dionisio

El torreón de San Martín

Miguel Ángel Dionisio


Por tierras del Bierzo

24/07/2024

Escribo junto a la ribera del río Valcarce, que, junto al Burbia, abraza la histórica población de Villafranca del Bierzo. He venido, casi peregrino, a este lugar de paso del Camino de Santiago, a visitar, una vez más, la edición correspondiente a ese proyecto excepcional de difusión del patrimonio que es Las Edades del Hombre. Regreso, después de mucho tiempo, a esta comarca berciana, que en tierras leonesas, anuncia y preludia la dulce belleza de Galicia.
De camino a Villafranca, nombres y lugares evocadores. Bembibre, que nos recuerda la novela decimonónica de Gil y Carrasco, o Toreno, que hace presente la figura de José María Queipo de Llano, titular del condado homónimo y autor de la monumental Historia del levantamiento, guerra y revolución de España, imprescindible para conocer los sucesos de la Guerra de la Independencia. Tierras con personalidad propia, montuosas, plenas de vegetación, con un verde que contrasta con la sequedad y el marrón amarillento anterior; en las que se habla un castellano con acento gallego lleno de poesía, y que, en estos momentos en los que se habla de una separación de León respecto de Castilla, conviene recordar que fue, durante el Trienio Liberal, entre 1822 y 1823, una provincia independiente tanto de León como de Orense.
En esta edición, la exposición, con doble sede, en Villafranca y en Santiago de Compostela, tiene por título Hospitalitas. La gracia del encuentro, y nos habla, con el lenguaje del arte, de una de las obras de misericordia más relacionadas con el peregrinar por el Camino y de tanta actualidad, aquella que dice «dar posada al peregrino», concreción de la bienaventuranza «fui forastero y me acogistéis». Ya el audiovisual que en la pequeña iglesia románica de Santiago, con su extraordinaria Puerta del Perdón, nos ofrece una experiencia inmersiva, nos recuerda la virtud de la acogida en la Biblia, desde la Creación a Pentecostés. Luego, en la hermosa colegiata de Santa María continúa la exposición, invitándonos a dejar que de nuevo el hospes sea tal, y no hostes, es decir, que el otro se transforme en hermano y no en enemigo.
Dos piezas me han cautivado particularmente; un bellísimo fragmento escultórico policromado procedente de la catedral de Burgos, que representa la curación del ciego de nacimiento y un impresionante Cristo del Perdón, obra de Luis Salvador Carmona, escultor, por otra parte, muy bien representado en la exposición. Y junto al arte clásico, alguna selección de obras contemporáneas. El cuidado de los detalles, la exquisita ambientación, la calidad de las piezas, hacen de la visita a Las Edades toda una extraordinaria experiencia estética.
Ojalá algún día podamos gozar en Toledo de una edición. Quizá el centenario de la catedral podría ser el momento adecuado. Aunque suenan campanas -y no es la de San Eugenio, esa que algunos guías dicen que hizo, al tañer, abortar a las mujeres ¡en Madrid! - que indican que no.