Dijo Sánchez que «la movilización ciudadana influyó en su decisión», con lo cual nos lleva a poder entender el gozo inmenso que sentía el mismísimo Franco cada vez que convocaba y se le llenaba la Plaza de Oriente al solo anuncio de su presencia. En ambos casos, el caudillismo requiere de abducidos, aprovechados y lameculos.
El nodo se refería a la mujer de Franco como doña Carmen Polo de Franco y los chiquillos de entonces la renombrábamos como doña Carmen polo de peseta, cuando un polo de limón te costaba eso, una peseta. Dicen que doña Carmen Polo de Franco era una mujer de carácter muy arrogante, que ejercía una gran influencia sobre su marido «desde su pequeña corte del palacio de El Pardo, donde vetaba a todo aquel que no mostrara una adhesión plena a los principios y a la rígida moral ultracatólica del régimen».
Begoña Gómez es la Carmen Polo del actual régimen y la democracia española es Sánchez, solo Sánchez y nada más que Sánchez. La mínima crítica a los intocables del régimen te pone directamente en «el fango de la derecha y la ultraderecha fascista», de manera que no seré yo quien hable de nepotismo y tráfico de influencias de Begoña. Además, aunque a ambas, a Carmen y a Begoña, les une su abnegación como esposas y el amor incondicional de sus maridos, existe una gran distancia generacional, como de aquí a Punta Cana, por ejemplo. Doña Begoña Gómez de Sánchez es una mujer moderna, adaptada a su tiempo y con una homologada, reconocida y superlativa formación académica universitaria, que imparte cátedra en la Complutense como experta en captación de fondos.
El esquema populista de Sánchez es evidente y reiterado. El populismo siempre exige una fidelidad sin fisuras, sin margen para la crítica individual. El primer paso consiste en establecer una jerarquía moral de buenos y malos. Luego, establece la uniformidad identificativa de los que no son afectos al régimen metiéndolos a todos en el mismo saco; cualquiera que dude de Begoña, la derecha, la ultraderecha, los partidos, la oposición, los periodistas y los jueces, atentan directamente contra la democracia, que es Sánchez. Finalmente, durante cinco días intenta generar una especie de situación de crisis política que genere miedo e indignación para justificar la toma de las decisiones radicales del «punto y aparte» que nos esperan a partir de ahora.
La carta lacrimógena de Sánchez y el auto teatral que representó el pasado fin de semana nos pone ya, definitivamente, como república personalista del populismo sentimental e identitario, al nivel de Vargas, Perón, Goulart, Fujimori, Chávez, Correa o Donald Trump, en la cúspide de la autoexaltación carismática del líder y la legitimidad plebiscitaria.
Siempre se ha comentado que cuando doña Carmen Polo de Franco salía de compras, los joyeros de Madrid cerraban sus puertas porque no solía pagar las facturas. En esto no se parece nada a doña Begoña Gómez de Sánchez, que las paga todas.
Y aquí seguimos, en el fango de la libertad de expresión y la independencia judicial.