Pilar Gil Adrados

Entre Encinas

Pilar Gil Adrados


Diplomacia energética

25/07/2024

La dependencia energética podría decirse que es el talón de Aquiles de la UE, lo que se ha puesto en evidencia con mayor crudeza tras la invasión de Rusia a Ucrania. Este hecho funesto de desastrosas consecuencias ha servido de revulsivo a la política energética de la UE y de acicate para el establecimiento de medidas conducentes a la transición ecológica. Concepto vago e indeterminado -aunque también flexible-, pero que todos entendemos que tiene como fin reducir el uso de combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón), sustituyéndolos por fuentes energéticas alternativas, así como por incentivar la eficiencia y el ahorro de la energía.
Es la base del Pacto Verde Europeo, aprobado en 2020, que reúne una serie de iniciativas políticas para conseguir que la UE sea climáticamente neutra en 2050 que aún requiere una ingente tarea para llevarlas a la práctica, puesto que exige aplicar las propuestas legislativas y materializarlas con inversiones concretas. Entre ellas, las reformas financiadas con el mecanismo de recuperación Next Generation EU, la Ley Europea del Clima, las normas para evitar las importaciones fruto de desforestaciones, las propuestas para reducir emisiones del Fit for 55, el mecanismo de ajuste en frontera por carbono (CBAM), el plan de respuesta a la crisis energética REPoweEU, la ley para una industria con cero emisiones, el establecimiento de reglas sobre las materias primas fundamentales para la UE, la reforma del mercado eléctrico, etc.
A lo que debe añadirse, la necesidad de afianzar la relación con los países emergentes y en desarrollo en los que se apoya la UE para que el mundo transite energéticamente, con los que debe negociar para conseguir aplicar en los acuerdos comerciales un capítulo de ambiciosas disposiciones relacionadas con el Pacto Verde.
Mientras, en este mismo mes, Hungría y Eslovaquia requieren a la UE que actúe contra Ucrania, ya que ha puesto en peligro la seguridad del suministro energético al prohibir el paso del petróleo ruso por el oleoducto de su territorio, y en el discurso de la candidata, ya presidenta de la Comisión Europea, ante el Parlamento solo se ha mencionado transición energética dos veces, aunque el Pacto verde fuera la estrella de su primer mandato.
La política energética de la UE necesitará de grandes dosis de diplomacia, tanto exterior como interior. Exterior para que la estrategia europea no sea interpretada como una forma de colonialismo verde con la que la UE persigue asegurarse el acceso a los recursos imprescindibles para las energías renovables (como los minerales críticos) y para evitar que se le acuse de establecer mecanismos proteccionistas que, aunque con máscara ambiental, desobedecen las reglas del comercio mundial. Diplomacia interior para, tras el resultado de las elecciones europeas, conseguir el consenso entre los partidos que exigen la continuidad del Pacto Verde y los que han expresado su intención de reducir su compromiso con la acción climática y la protección de la naturaleza, para poner el acento en la industrialización y la competitividad de la economía europea.