En la vida ordinaria acontecen numerosas acciones y hechos de todo tipo que tienen su espacio de difusión a través de los medios. Ya sean buenos o malos; se trate de acciones que las practica el gobierno de turno, un particular o grupo reducido. Sin embargo, otros hechos no cuentan con el altavoz suficiente y, a veces, quedan en el anonimato o se divulgan menos de lo deseado por falta de empuje.
Y después de este extenso preámbulo les diré, que voy a ocuparme de varios gestos que se han producido la semana pasada en todas las parroquias de nuestra archidiócesis y del país. Por un lado, en las misas celebradas el fin de semana se realizaron colectas imperadas y una misa especial presidida por nuestro arzobispo primado en la catedral. Y por decisión de la Conferencia Episcopal Española, en el resto del país hubo colectas dominicales para socorrer y ayudar a todos los damnificados que ha habido recientemente en Valencia, Castilla la Mancha y parte de Andalucía.
La religión católica preconiza la ayuda al prójimo, el amor fraterno y el reparto de bienes entre todos. Es uno de los pilares básico de nuestra religión. Socorrer al necesitado y compartir. Que evidentemente eso no arreglará del todo el problema, pero no cabe duda que el detalle está ahí y que servirá para ayudar, adquirir y socorrer bastantes necesidades. Mientras que la sociedad civil aún se pelea por responsabilizar y cargar el muerto del desastre al otro, instituciones como la Iglesia dan ejemplo y practican la caridad embarcándose en ayudar, además de los numerosos voluntarios que han acudido en directo guiados por sus principios y valores para arrimar el hombro.
Tampoco se han difundido imágenes de bastantes sacerdotes trabajando entre los escombros y el barro predicando con el ejemplo. O como el Papa Francisco envió a Valencia al cardenal Michel Czerny, prefecto del Decasterio para el servicio del Desarrollo Humano e Integral, durante dos días. O el propio Francisco enviando un video mensaje a las 48 horas de la tragedia mostrando su cercanía con las víctimas.
Quiero agradecer y elogiar el detalle, creo menos valorado de lo deseable, del teniente general retirado Francisco José Gan Pampols que no ha dudado en acudir a la invitación del Gobierno valenciano para ponerse al frente del equipo que tendrá a su disposición para la recuperación y rehabilitación de la zona devastada. Una tarea ardua. Un hombre jubilado con la 'mili hecha' que no rechaza ponerse al frente y apechugar con este embolado y del que no obtendrá nada material. Sólo el prurito de haber contribuido a una causa general por su país. Ahí es nada.
Cabe destacar la generosidad y bonhomía de esta persona ejemplar que no quiere- es normal- mezclar churras con merinas. Es decir, no quiere interferencias en su actuación con tintes políticos. A cada cual lo suyo y cada uno en su corro, como dijo aquél clásico. Pero ahí quedan algunas muestras de solidaridad verdadera y no de fútil verborrea.