«Es la economía, estúpido» una frase muy conocida que contribuyó destacadamente a la victoria electoral en 1992 de Bill Clinton frente a un presidente, George Bush padre, en la cima de su popularidad y que se origina  a raíz de que James Carville, asesor del aspirante demócrata,  formulara  esa idea central en el tablón de la sede electoral de Clinton para que todos los miembros de su campaña, y también el candidato, insistieran en la misma como eje central de los discursos y de la propaganda.
Ahora y aquí podríamos decir que es la financiación, (no calificaré a nadie de estúpido) el asunto capital por encima de otros más mediáticos que se han sacado antes como distracción, al modo de una cancamusa. La condonación de una parte de la deuda autonómica que se ha prometido, en primer lugar, a partidos de una Comunidad Autónoma supone una vergonzosa renuncia a principios básicos de igualdad y solidaridad así como de comportamiento económico. En efecto, lo que define a una estructura político-institucional, llámese España o Unión Europea, más allá de una historia común o una lengua compartida, es que constituye el espacio de solidaridad y redistribución de la riqueza en aras de una sociedad más igual y justa. Decir que una Comunidad más rica no puede transferir renta a otras menos afortunadas legitima que los ciudadanos más ricos de esa misma Comunidad se nieguen a financiar servicios públicos a sus conciudadanos con menor renta. En el ámbito de la organización territorial del Estado, esa redistribución es la concreción del artículo 1 de la Constitución española según la cual, España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político por lo que el Estado garantiza la realización efectiva del principio de solidaridad velando por el establecimiento de un equilibrio económico, adecuado y justo entre las diversas partes del territorio español.
Por ello, tenemos en nuestro país un sistema de financiación autonómico en el que las comunidades más ricas transfieren recursos a las menos desarrolladas. Y con el mismo razonamiento, en la dimensión europea, hay Estados que son contribuyentes netos a la Unión Europea en beneficio de otros, algo de lo que nos hemos beneficiado en España. ¿Se debería transferir fondos específicos  o reducir significativamente su aportación a las arcas comunitarias a países como Alemania o Francia  como compensación porque de acuerdo con su renta nacional bruta han sido los principales Estados contribuyentes en el seno de la Unión, lo que ha permitido mejorar notablemente el desarrollo de  nuestro país desde que nos incorporamos?
Condonar deuda a una Comunidad Autónoma so pretexto de un maltrato fiscal, además de estimular el mal empleo de los recursos públicos en la confianza de que se perdonarán en el futuro otras deudas, es una iniquidad frente a las demás, pues en caso de que fuera cierto ese maltrato, debería revisarse en el órgano establecido por el bloque de la constitucionalidad, el Consejo de Política Fiscal y Financiera, en un marco de transparencia y no en unas negociaciones 'reservadas'.  Y prometer ahora que esa condonación también se va a aplicar a otras Comunidades Autónomas resulta hasta ofensivo porque, en el momento y forma en que se anuncia, parece responder a una finalidad mercantil que haga flaquear los principios de los concernidos además de poder provocar innecesariamente tensiones y agravios en el conjunto del Estado. En un Estado democrático son fundamentales los procedimientos y el respeto a las normas, en este caso la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas.