El CD Toledo, en las tres primeras jornadas de esta temporada, parece estar haciendo cosas diferentes a las de temporadas anteriores. Y sí, es un lujo mirar la clasificación y ver al equipo liderando la tabla.
Pero todos sabemos que el fútbol es una montaña rusa emocional, capaz de regalarnos momentos de auténtica euforia, en los que nos sentimos invencibles y pensamos que nuestro equipo es el mejor. Sin embargo, también es capaz de cambiarlo todo en cuestión de segundos, haciéndonos probar el amargo sabor de la derrota, algo que nuestra memoria no tiene que ahondar mucho para recordar.
Por supuesto, hay que disfrutar de estos momentos, afianzando y acrecentando la positividad que genera la situación, una situación tan deseada como merecida, tanto por el equipo como por tantos aficionados.
Y es que, cuando todo gira en la dirección correcta, parece que el tiempo se detiene, todo es más esperanzador, y el aficionado verdiblanco siente que su equipo es capaz de cualquier cosa. Es como si el sueño tan largamente acariciado estuviera, por fin, a punto de hacerse realidad.
Esa magia no debe desaparecer, hay que mantenerla viva, pero siempre con los pies en la tierra y conscientes de la realidad: la temporada no ha hecho más que empezar. Queda tanto por delante que solo me atrevo a pedir a los aficionados que sigan soñando, incluso en aquellos momentos en los que esos sueños puedan tornarse en pesadillas.
Las señales invitan al optimismo, a soñar de verdad sin despertarnos. Señales como el hecho de que, este año, la plantilla parece realmente equilibrada, además de mostrar una adaptación táctica trabajada e interiorizada a las circunstancias del juego, lo que denota una gran madurez, capacidad de transformación, sacrificio, ambición y superación.
Pero toda esta felicidad y positividad pueden, en cualquier momento, transformarse en todo lo contrario. Un gol en contra, un penalti o una ocasión fallada nos devuelven a la realidad de golpe, recordándonos lo frágil que es la alegría en este deporte.
Esta dualidad del fútbol es lo que lo hace tan adictivo. Sin embargo, este año, en torno al CD Toledo, la parte negativa solo debe hacernos soñar con más fuerza, con la esperanza de que la parte positiva prevalezca para lograr, desde la comunión entre equipo y afición, el objetivo, sí o sí.