Como es muy reciente, sigue llegando el eco de las noticias de la COP29, 29ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático celebrada en Azerbaiyán, con un acuerdo final que ha defraudado fundamentalmente a los países más vulnerables al cambio climático. No solo porque se mantiene el incumplimiento de los países industrializados con el compromiso del Acuerdo de Paris de 2015, por el que se obligaban a financiar las inversiones que fueran necesarias en los países menos desarrollados para reducir emisiones y atender los efectos económicos y no económicos de los desastres naturales derivados del cambio climático, sino también porque estos países de África, Asia, América Latina, el Caribe y Oceanía no sintieron que hubiera mucho interés por entenderles y darles la importancia que se debe dar a una parte en una negociación.
Son países que, aunque no se presenten como un grupo coherente y organizado, son un hecho geopolítico real que en los últimos años se conoce como el sur global y también comparten la preferencia por mantenerse neutrales en la guerra entre Rusia y Ucrania. Con estos países mantiene una parte importante de su actividad exterior, comercial y de desarrollo la UE, pero no terminan de entender las distintas posturas que esta mantiene con Israel y con Rusia que les revela su alineamiento con los EEUU. Su percepción se ve reforzada por la tensión creciente con China, a la que la UE ha categorizado como socio competidor y rival sistémico dadas sus diferencias respecto a Rusia, las inversiones, el acceso a los mercados, la seguridad y, fundamentalmente, sobre el diseño occidental del sistema mundial, en lo que coincide plenamente con el sur global.
La UE adolece de mayor inestabilidad lo que debilita su posición en el concierto mundial. Tras el resultado de las urnas el pasado mes de junio, la configuración del Parlamento ha mantenido mayor continuidad de la esperada, con la mayoría representada por el Partido Popular Europeo (PPE), socialistas europeos (S&D) y liberales de Renew Europe, pero las formaciones euroescépticas han mejorado su posición, siendo incluso las más votadas en algunos países y, además, ha aumentado significativamente el número de eurodiputados no inscritos. Aun siendo la única institución europea cuya composición depende directamente de la voluntad de los ciudadanos europeos, dado el entramado institucional europeo, el equilibrio de las familias políticas del Parlamento no se refleja automáticamente en la composición del resto de instituciones.
Acabamos de comprobarlo, el pasado 27 de noviembre, con la Comisión Europea, a quien le corresponde la iniciativa en el procedimiento legislativo ordinario. El nuevo ejecutivo, presidido por Von der Leyen, formado con los 27 comisarios propuestos por los Estados miembros obtuvo 370 votos a favor, 282 en contra y 36 abstenciones, logrando el menor apoyo que el Parlamento Europeo ha dado al Colegio de Comisarios en toda la historia europea. De hecho, previamente, para este segundo mandato la presidenta solo había conseguido el apoyo del 54%, frente al 65% que recibió en 2019, y la oposición del 41% de los eurodiputados.