Ignacio Ruiz

Cabalito

Ignacio Ruiz


España no se vende

31/01/2024

El que estuvo allí puede decir, que no éramos cuatro ó seis los que estábamos en Plaza de España, como en la Plaza Felipe II de Madrid. Nos concentramos varias decenas de miles de personas y, en ningún caso, se causaron disturbios, ni cargas policiales ni tampoco se quemaron contenedores o se apalearon piñatas infantiles rellenables de chuches.
En Plaza de España se reflejó, de manera tácita, que la población, los ciudadanos, no estamos anestesiados contra la amnistía que Sánchez ha promovido. Nos importa y mucho. Cada día está más claro que la amnistía es la punta del iceberg del calvario que nos va a tocar vivir en esta, más que presumible, corta legislatura.
Éramos miles las personas que pedimos que Puigdemont vaya a prisión, bien merecida. Pedíamos igualdad, frente a amnistía, pedíamos libertad, frente a amnistía, gritamos ¡viva España!, frente a la abolición en diferido de nuestra Constitución del 78. Gritamos Democracia, frente a sectarismo.
Una cosa es la opinión social y mayoritaria y, otra, muy distinta, la opinión de los paniaguados o aquellos que no tienen dignidad, sólo interés personal. Uno de ellos es el "nou Sergi". Ese Sergio Gutiérrez más catalán que los castellets, más firme en las filas de Sánchez que los mercenarios de Wagner estaban con Prigozhin. Yevgueni Prigozhin, muerto casualmente cuando se enfrentó al gobierno de Putin, era la mano ejecutora de aquel con el que Puigdemont había tratado el envío de 10.000 soldados para escoltar (suponemos que de manera blanda, o terrorísticamente hablando de baja intensidad y cargados sus Ak-47 de bonhomía) el procés en Cataluña.
Tolón está jugando su papel de cancerbera, a lo Caronte en el Hades, desde su puesto en la Delegación del Gobierno. Ella simplemente acata y ejecuta lo que dicta Sánchez, sus razones como aspirante eterna a ministra, en sustitución de Isabel Rodríguez, no son un secreto, o como sucesora de Page en Gilitos, lo que la empuja a ser proclive a que todo lo que venga mal a España y le venga mal a Castilla-La Mancha, pero provocado por Sánchez, a ella la beneficiará.
El domingo quedó claro que España no se vende, pero sí que existe una traición descomunal, cuya herida y daños habrá que restañar aquí y en política internacional durante mucho tiempo y con mucho tiento.