Hace unos días, el que fue portero y entrenador de Osasuna y Barcelona, estuvo en el Congreso de los Diputados, para reclamar una ley referida a los pacientes de ELA, una enfermedad dura y cruel donde las haya.
En un momento dado de su intervención, como aquel profesor que está viendo que sus alumnos no le atienden, pidió que levantaran la mano los diputados presentes, llegando a contar la friolera de cinco. Apeló a que él y sus compañeros habían ido a visitarles a su casa, la casa de los diputados, la casa de todos los españoles, y que solo habían venido a recibirle cinco inquilinos...
Como muchos saben, el Congreso de los Diputados está formado por 350 diputados, obviemos a los siempre obviados senadores. Por lo que, aplicando una sencilla regla de tres, podemos concluir que se congregaron un 1,42 por ciento de los representantes del pueblo español. Algunos menos que cuando jura una heredera o toca votar una Ley Orgánica, aunque alguno que otro se equivoque pulsando el botón, porque la ley de turno no se la ha leído la mayoría ni por el forro. Datos que pueden ser un calibrador, más o menos preciso y ventajista, no me atrevo a decir del interés, pero sí probablemente de la sensibilidad en el rango de prioridades cotidiano de los miembros del Parlamento.
Unzué habló de una ley que lleva varada 14 meses. Parece ser que hubo proposiciones de ley de Ciudadanos y de Vox que no prosperaron y que la actual está impulsada por la propia Asociación de enfermos, como si las enfermedades supieran de banderas. Parecería razonable que, en temas como este, debiera de haber una sensibilidad técnica y política para tramitar con cierta diligencia y premura, ya que no debería haber disputas políticas en temas de este jaez, más allá de cuestiones burocráticas y sociosanitarias. Pero ciertamente, la cosa lleva tiempo y no ha avanzado, y cómo el propio Unzué señalaba, tan triste como crudamente, los enfermos no están para perder el tiempo; sin duda refiriéndose tanto al feo de la recepción como a las volteretas que está dando la norma.
Quizá, después de este tirón de orejas, ya que la noticia ha salido en todos los medios, a quienes corresponda le pondrán las pilas y se dará un empujón al tema. O igual no, no lo sé. Andamos muy liados tirándonos los trastos con resultados electorales, la pesadilla de la Amnistía, el Koldo de turno y demás cuestiones que a la mayoría de los ciudadanos no nos hieren más allá del salseo y de seguir aumentando la brecha entre ciudadanos de a pie y políticos, a los que, cada día más, percibimos desde la lejanía y el desencanto, como una suerte ajena que tratamos de que no nos interfiera en el día a día. Y aunque, desgraciadamente, las noticias no aguantan en el candelero más tiempo que el que tardan en leerse y comentarse, luchemos porque esta no desemboque en el sumidero insondable de nuestra indiferencia.