Miguel Ángel Dionisio

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Miguel Ángel Dionisio


Farinelli y Toledo

22/01/2025

En momentos de melancolía la música puede ser el único bálsamo que cure la tristeza del corazón. La belleza de un canto o de una melodía tiene la magia de arrancarnos de la oscuridad profunda que nos ahoga, llenando nuestro espíritu de paz y serenidad. Esta fue la terapia que se aplicó al primer soberano de la Casa de Borbón en España, para aplacar la depresión melancólica en la que vivió gran parte de su existencia. Y el encargado de ello fue uno de los cantantes más extraordinarios del siglo XVIII, Carlo Broschi, más conocido como Farinelli.
Su vida fue popularizada en 1994 a través de la película Farinelli, il castrato, de Gérard Corbiau, aunque cualquier aficionado a la música conoce su personalidad. Llegado a España en 1737, permaneció en nuestro país casi veinticinco año, pasando, tras la muerte de Felipe V, al servicio de su hijo Fernando VI. Introdujo la ópera italiana y promovió el desarrollo musical español, estando ligado a los Reales Sitios.
Lo que quizá sea menos conocido es la relación con Toledo. Esta ha sido puesta de relieve en sendos estudios de uno de nuestros principales musicólogos toledanos, el profesor y académico José María Domínguez Rodríguez, quien en dos artículos ha descubierto un interesante vínculo con la ciudad imperial. En el primero de ellos, publicado en la Revista de Musicología, titulado Nitteti de Metastasio (1756) y la doble edición de libretos para las óperas producidas por Farinelli en Madrid, nos cuenta  como Farinelli hacía imprimir dos ediciones de cada libreto de las óperas representadas en el Buen Retiro. Una de ellas era en formato muy grande, con las letras exageradamente grandes, para que pudieran leerlas los reyes con comodidad. Era una edición exclusiva, con muy pocos ejemplares (un derroche de lujo y magnificencia). La otra edición, más pequeña, era la que se vendía o repartía en el teatro para el público en general y de esta se tiraban muchísimos ejemplares. Dicha diferencia pudo descubrirla en el fondo Borbón-Lorenzana de la Biblioteca del Alcázar, en los ejemplares que pertenecieron al infante Luis de Borbón Farnesio, brevemente cardenal toledano.
En el otro artículo, escrito para el Centro Studi Farinelli en 2021, nos ofrece la única carta autógrafa conocida de Farinelli íntegramente redactada en español; aunque procede del Archivo Histórico Nacional, en el Archivo de Nobleza se conservan cartas suyas dirigidas a distintos nobles.
Otro detalle más, sobre Toledo. En la memoria que escribió Farinelli sobre el funcionamiento del Teatro del Buen Retiro, a propósito de la iluminación indicó que se encargaran las velas a Juan García Gutiérrez y Sebastián de Huerta «vecinos de Toledo por ser las Velas que hacen de la mejor calidad».
Cuando estamos trabajando para que Toledo sea Capital Europea de la Cultura, no sobra recordar esta relación con una de las figuras europeas de mayor relevancia cultural, preocupado siempre por la calidad artística y la belleza.