El debate abierto sobre cuándo se puede comprar el primer móvil a los hijos es un asunto que se plantean muchas familias en los actuales momentos. Según el informe 'Desconecta', más del 90% de los chicos que están entre los 10 y los 14 años, cuenta con un teléfono móvil, alcanzando el 95% entre los adolescentes de 15 a 17 años.
Según recomiendan los expertos, la edad para poder disponer de un teléfono móvil propio está en los 16 años. La cuestión no es baladí, afecta a la sociabilización de los jóvenes, a su manera de entender y actuar con los demás, y, sobre todo, genera tensiones con sus padres si estos, como debe ser, les ponen límites en su uso. Yo recuerdo que, en mi generación, la frase más escuchada de nuestros hijos adolescentes era «es que todos mis amigos vuelven a casa más tarde que yo». Ahora esta frase, sin dejar de ser habitual, se acompaña por la que, haciendo referencia a la necesidad de contar con un móvil, dicen «es que todos mis amigos lo tienen».
Doy gracias a que yo no sufro directamente el problema, ya soy abuelo y veo con otra perspectiva el desarrollo de esta cuestión. Pero en los amigos más jóvenes que están pasando por este calvario, veo que se suelen enfrentar con firmeza en cuando, cómo y de qué forma deben utilizar el aparatito. Los preparan para cómo deben utilizarlo. Les convencen de que el móvil es suyo, pero no privado, por lo que están localizables y sus padres tienen acceso a las páginas de Internet en las que navegan.
No olviden que los padres serán responsables del mal uso que los hijos menores de edad hagan del móvil. Debe establecerse una disciplina sobre cuando debe estar en modo avión (Horario escolar, horas de comida y estudio, etc.). Y, sobre todo, cuando se debe depositar en estado de carga y silencio absoluto para descansar todos de la presión que el móvil supone.
El acceso a las redes sociales que permiten los móviles tiene partes muy positivas, pero también negativas y ello nos obliga a ser responsables. Cierto es que conozco adultos absolutamente irresponsables en el uso que de las redes sociales hacen, pero ya son material manifiestamente irrecuperable. Los adolescentes siguen estando bajo nuestra responsabilidad y debemos procurar que hagan el mejor uso posible de las nuevas tecnologías.