Algunos de ellos se han hecho famosos por utilizar fórmulas que no están recogidas en el ordenamiento jurídico. Alguna fórmula puede ir en contra del propio ordenamiento constitucional. El Tribunal Constitucional ha tenido que tomar partido e incluso poner en entredicho que las fórmulas utilizadas, cuando toma posesión un representante elegido democráticamente por las urnas, no se atiene a lo formal.

Pero el que alguien jure o prometa, tiene un claro compromiso para lo que ello conlleva. Es probable que esos que utilizan las fórmulas alegales como por ejemplo por la instauración de la tercera república, por el desmoronamiento de las instituciones, por la personalización animalista, por la desnaturalización del ser humano, ellos estén siendo verdaderamente consecuentes con su fórmula y no aquellos que habiendo prometido su cargo en la que afirman, de viva voz, que "guardarán y harán guardar la Constitución y su ordenamiento jurídico", y mientras tanto estarán planeando cómo hacer proselitismo de los intereses personales más que por los intereses generales.

Es probable que muchos de los que juraron o prometieron su cargo hayan hecho que la clase política haya perdido mucho de su valor reputacional, pero hoy, en el día en el que se votará la Presidencia del Gobierno del Reino de España, veremos que muchos de los que han prometido no van buscando guardar y hacer guardar el orden constitucional, van buscando prostituir su puesto y responsabilidad por (permítanme la licencia cinematográfica) "por un puñado de dólares". La víctima, la Constitución del 78. La ultrajada, la Transición. Los vilipendiados, las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado que han utilizado la ley para vencer sobre los delincuentes, los asesinos y los que han tratado de vulnerar la unidad de España.

Estos serán días que recordaremos como un punto de inflexión, en el que la calle vocifera contra el atropello que supondrá un gobierno de Sánchez de la mano de Puigdemont, Otegui y demás jarca.

Ya les digo que se cruzarán por la calle con alguno de los que votarán a favor de la aministía, a favor de la indignidad de los acuerdos con los independentistas, podrán mirar a los ojos de los que van a votar contra la igualdad entre todos los españoles, y qué les dirán. Pues eso, no se callen nada.