Jorge Jaramillo

Mi media Fanega

Jorge Jaramillo


Años de escuela

02/12/2024

Que faltan pastores para atender nuestra ganadería extensiva es una realidad tan preocupante en nuestro país, como un peligro que aboca a muchas explotaciones al cierre definitivo por falta de relevo en sus familias. Y ahí, con cada cierre, es cuando perdemos todos como sociedad.
Las administraciones lo saben pero no acaban de encontrar la fórmula para hacer el oficio atractivo porque seguramente dependa más, en primera instancia, de las condiciones laborales para asumir un trabajo tan duro, tan esclavo, visto como algo sin horarios, sin descansos ni fines de semana o festivos, cuando realmente ya no es exactamente así desde hace tiempo.
Los ganaderos que mantienen la actividad, pese a este gran problema, saben que para encontrar candidatos es condición fundamental ofrecer cierto orden y previsión para organizar las jornadas, aunque más allá de eso, tampoco valga cualquiera para delegar si no tiene unos conocimientos básicos.
 Y ahí es donde cobran un gran valor las escuelas de pastores que surgieron estos últimos años en varios territorios como el nuestro donde por ejemplo, la de Castilla -La Mancha ya ha formado a más de 300 aspirantes en tan solo dos ediciones y 17 acciones. Como ella, las demás también han sido impulsadas por las administraciones autonómicas donde la ganadería extensiva tiene un peso específico, y por tanto, donde más a las claras se sufre el déficit de mano de obra.
 En estos centros se vienen impartiendo planes de formación específicos para crear una bolsa con la que cubrir necesidades, ya sean puntuales o de larga duración, o incluso contratos indefinidos.
En la jornada sobre «el papel de las escuelas de pastores en la ganadería sostenible del siglo XXI» organizada por la consejería de Agricultura en Cuenca, participaron los coordinadores y técnicos de centros de Extremadura, Andalucía, y entidades que trabajan con personas en riesgo de exclusión que son -por el momento- las más receptivas a hacerse con los rebaños, lo que ha servido para realizar un intercambio y un primer examen de evaluación.
En Andalucía, por ejemplo, llevan doce ediciones con una formación media de unas 18 personas por curso y una tasa de empleabilidad de entre el 40 al 90 por ciento, según el año. La itinerancia de esta escuela que cada vez se traslada a un punto crítico de la comunidad, hace que la iniciativa sea más visible y se muestre como una herramienta con la que dar a conocer el oficio. 
En ese sentido, con la experiencia adquirida, tienen claro que hay que desterrar el discurso de que aquí se trabaja los 365 días, porque la realidad es que ya hay modelos colectivos que permiten tener descansos o vacaciones para que no solo esté una persona al frente de la granja. El asociacionismo resultará clave como también las nuevas herramientas digitales que posibilitan automatizar ciertas tareas, reduciendo la presencialidad en determinados momentos de las tediosas jornadas.
En Castuera, (Badajoz), de gran tradición quesera, el proyecto de escuela difiere porque no se centra en formar a 15 chicos durante meses; también ofertan un plan específico on line con contenidos actualizados para ganaderos de ovino extensivo de orientación cárnica o de ganadería ecológica o manejo holístico del ganado. También cuentan con cursos presenciales para pastores que quieren adiestrar perros, aprender a hacer quesos de ovejas... Este, de hecho, es uno de los principales atractivos ya que hay personas que quieren emprender y poner su quesería, hacer marca y cerrar el círculo con su propio rebaño.
En la escuela de Casar de Cáceres, donde nació la popular torta de oveja merina con denominación de origen, inciden en que la supervivencia del tejido productivo depende de que perduren las ganaderías y sus gestores. Por eso tienen claro que el primer cambio debe ser de mentalidad, pero de toda la sociedad para que sitúe al productor en el escalafón que le corresponde dignificando la imagen que se tiene de él, que no es careando el rebaño con un garrote. Aseguran que papel es mucho más trascendental porque con el pastoreo mantiene limpio los montes, las veredas, y vivas muchas actividades del medio rural que tanto nos gusta disfrutar los sábados y domingos.
Por eso -explican sus coordinadores- no sobra nadie porque esto es una cadena y por lo tanto no se trata tanto de estudiar para ser pastor sino formarse, porque por ejemplo, hoy es necesario conocer las técnicas que hace 20 años eran experimentales a pie de campo como hacer una ecografía a una oveja, o la identificación electrónica que es una realidad.
La migración es en este sentido una oportunidad aunque advierten estos expertos con años de escuela que el ganadero tiene que adaptarse y asumir ciertos compromisos con dichos aspirantes puesto que llegan a nuestro país con una necesidad, por lo que se hace fundamental conocerles para saber cómo viven a nivel social, cultural o religioso y lograr una mayor integración y permanencia en el oficio.