Las bodegas cooperativas de Castilla -La Mancha se han convencido finalmente de la necesidad de crear una interprofesional regional para el vino que ayude a dirigir el rumbo del sector en coyunturas comerciales tan complejas como imprevisibles y cambiantes, como ocurre ahora con la crisis del consumo.
En este sentido, y posiblemente sin más ánimo que el de aprovechar la oportunidad que brinda la última ley regional, intentan llevar la iniciativa para no dejar morir el proyecto. Y lo hacen con un mensaje conciliador con la organización nacional OIVE, en cuya junta directiva también están representadas como el resto de organizaciones de la comunidad.
En la redacción del proyecto de estatutos, las cooperativas han tenido un protagonismo importante, como se vio en la presentación de los textos en noviembre de 2023, coincidiendo con la constitución del comité regional vitivinícola, un órgano asesor o consultivo también previsto en el articulado.
Sin embargo, desde aquella fotografía -a la que tampoco se le dio mucha visibilidad- no ha habido realmente tantos encuentros; si acaso tres, con el celebrado este pasado viernes en la sede de la agrupación de cooperativas de Alcázar de San Juan, con tímidos avances o muy discretos. Quizás la negociación de Valdepeñas para relanzar allí una nueva interprofesión, tras la crisis abierta en el Consejo, obliga a ir despacio o con paso firme, aunque nada tenga que ver con esta idea general.
Sea o no así, industria, productores, elaboradores de mosto, alcohol y vinagre buscan definir el marco en el que puedan entenderse mañana si hubiera que intervenir para contingentar o almacenar cualquiera de esas partidas, con el fin de evitar males mayores. Porque todos son conscientes de que el potencial vitícola irá recuperando sus niveles naturales después de tres campañas relativamente cortas, como seguramente veremos este año si no viene una helada o un pedrisco que quite kilos de uva. Así de caprichosa es la climatología.
Y todos saben que, de no acelerar la creación de este órgano -que finalmente deberá reconocer la administración-, cualquier decisión que se tome vendrá dada desde Madrid, desde una interprofesional nacional del vino (OIVE) en la que Castilla -La Mancha tiene lógicamente voz y voto, pero no todo el control que un día pudo ostentar.
De ahí que afloren argumentos en defensa de la singularidad de la estructura productiva del mayor viñedo de Europa, basada en la comercialización de granel, pese al destacado crecimiento de los embotellados, o del tirón del mosto que sigue profesionalizándose al calor de una demanda creciente desde la pandemia, que ha llevado ya a varias cooperativas a invertir en plantas que colapsaron financieramente.
En el segmento del queso manchego, los patronos de la Fundación también acaban de aprobar que se inicien los trámites administrativos para crear una norma de producción o de comercialización, de obligado cumplimiento para ganaderos, pequeños queseros, artesanos, y para la gran industria, si hubiera que sujetar la producción de la leche, o limitar el queso que se certifica. Una especie de escudo frente a las turbulencias que dé protección a todas las partes, para que nadie se pueda aprovechar de la tormenta perfecta.