Estoy feliz y contenta, queridos lectores. Hace unos cuantos años inicié mi andadura en las páginas de opinión de este periódico con un encendido alegato contra la idea de la entonces alcaldesa Tolón de situar el cuartel de la Guardia Civil en una parcela de Vega Baja, concretamente en la que linda con el colegio Fábrica de Armas. Ese proyecto no se hizo realidad porque los datos de un georradar demostraron que en ese terreno había importantes vestigios de la era visigoda. Bien. Acto seguido, la exregidora, dispuesta a dejar su impronta en la ciudad, se empeñó en construir la sede de la Benemérita en la Peraleda. Y lo anunció en rueda de prensa, a bombo y platillo, con la aquiescencia de personajes relevantes de la sociedad toledana en una representación esperpéntica, digna de una obra de Valle-Inclán.
Unos cuantos, entre ellos gente muy sabia, nos opusimos al despropósito que suponía levantar un edificio en una zona inundable y sensible a nivel patrimonial, en la que se adivinaba el germen de un nuevo barrio, con centenares de viviendas, llamadas a generar más desorden, más gasto y más incongruencia en una ciudad donde el urbanismo se ha ido gestando a golpe de intereses, despreciando a los vecinos y a la propia identidad de la capital. Pero, ¿qué más le daba eso a Tolón? Ella se acomodaba en su soberbia, siempre de la mano de la exdirectora de la Guardia Civil, la señora Gámez, la que se tuvo que ir por la puerta de atrás por asuntos turbios de su esposo. Pelillos a la mar, que en la izquierda sanchista han bautizado al PP como el partido de la corrupción, mientras sus dispendios se tapan. Y lo que se silencia no existe.
Así las cosas, ya como jefa de la oposición municipal, la exalcaldesa defendía a capa y espada la ubicación del cuartel en la Peraleda, con vehemente afán, dado que ella estaba con la vista puesta en un ministerio, ahora ya no, o en la Delegación del Gobierno, atento señor Tierraseca, con el equipo del ministro Marlaska como fiel aliado. Pues ha vuelto a errar.
Alguien, técnicos del ministerio del Interior, parece ser, han hecho suyos los consabidos argumentos sobre la inviabilidad del proyecto: la Peraleda no es el lugar adecuado, porque es un terreno inundable, repito, y además la construcción atentaría contra la magnífica vista de Toledo, uno de los factores que la UNESCO tuvo en cuenta para declarar nuestra ciudad Patrimonio de la Humanidad hace ahora 37 años. ¿Qué ha pasado? Que se ha impuesto la sensatez y el sentido común ante los caprichos de unos políticos ávidos de cargos y cegados por sillones. Y eso es un hito.
Que se respete el patrimonio paisajístico y no se construya donde la naturaleza se opone siempre es un triunfo. Que los intereses de los toledanos prevalezcan frente a los de quienes únicamente velan por los suyos, es motivo de celebración. Personalmente, me parece acertada la instalación del nuevo cuartel en el Polígono, que ha de ir precedida de una solución a los problemas de tráfico. Es evidente que Page y Velázquez se entienden. Y eso es esencial para el bien de Toledo. Mientras, Tolón y su escudera De la Cruz han echado la culpa del fracaso de su iniciativa a la propia Guardia Civil por elegir la Peraleda. Amén.