Miguel Ángel Dionisio

El torreón de San Martín

Miguel Ángel Dionisio


Baumgartner

22/05/2024

Todo encuentro con libros tiene siempre algo de fortuito, de azaroso. Cuando entro en una librería me gusta vagar entre los anaqueles, dejando que sean los libros quienes me llamen. Prefiero, habitualmente, dejarme interpelar por ellos, y, salvo casos claros en los que busco un autor determinado, lo habitual es que el libro me elija a mí, por motivos a veces diáfanos, en ocasiones fortuitos. Hace unos días, mientras buscaba una nueva novela, me detuve ante la última escrita por Paul Auster. Quizá el reciente fallecimiento de su autor fue lo que me determinó a tomarla entre mis manos, hojearla y decidirme por ella, pues el último legado de una persona, sus palabras finales, la escritura con la que concluye una trayectoria literaria, son como un testamento vital que nos ofrece la clave para comprender esa existencia que ya no es.
Apenas me sumergí en su lectura, me encontré con un personaje entrañable, el viejo profesor universitario que, con su apellido, Baumgartner, titula la obra. Azotado inesperadamente por el drama de la muerte accidental de su esposa, está a punto de jubilarse de sus labores docentes. Entonces, cuando parecía que su existencia iba a quedar hundida en la decadencia que preparaba el encuentro final con su propia muerte, descubrirá de nuevo el amor, dando sentido renovado a su vida. Es precisamente el amor el centro de la reflexión del libro. El amor en sus diferentes formas, desde su apasionado renacer en el corazón de un excéntrico solitario, que, gracias a él, reiniciará una original labor literaria y científica, hasta el amor-amistad gratuito de un corazón bondadoso que sólo encuentra sentido en hacer felices a los demás. Y junto al amor, la memoria, el recuerdo del pasado, una delicada remembranza que recorre las diversas etapas del amor, que, como el buen vino va adquiriendo solera, desde el impetuoso comienzo hasta su maduración al atardecer de la vida. 
Auster, a pesar del cáncer de pulmón que acabaría con su vida, nos ofrece una hermosa reflexión sobre la existencia humana en su ocaso. Un texto entretejido de ternura, dolor, sufrimiento, alegría, humor y sorpresa, que culminan en el desconcertante final. Un recuerdo de que la fuerza vital que subyace en el interior del ser humano puede brotar en las circunstancias más adversas, afrontándolas y convirtiendo la oscuridad en radiante atardecer. Las reflexiones de Baumgartner/Auster son deliciosa y dramáticamente humanas, y cualquiera podría ponerse en la piel del profesor de filosofía que redescubre en el pasado una existencia que valió la pena, porque estuvo llena de amor.
Cada lector encuentra, en un mismo libro, mensajes distintos, dependiendo del estado de ánimo, la edad, la experiencia vital, otras lecturas realizadas. A mí, este testamento literario de Auster me ha conmovido profundamente. Un canto a la vida, que nos recuerda que «vivir con miedo al dolor es negarse a vivir».
Un esplendido culmen de una intensa y variada creación literaria.