Miguel Romero

CATHEDRA LIBRE

Miguel Romero


Incels

14/04/2025

Yo cada día me sorprendo más y no suele ser por buenas, sino por malas sorpresas. Las redes sociales nos absorben y generan un desconcierto total, una acérrima bastardía textual y una incertidumbre demasiado extendida.
La misoginia radical o la misoginia extrema se está extendiendo de una manera alarmante y debe de preocupar y mucho a los rectores de nuestra sociedad si queremos seguir basándonos en el respeto democrático y la libertad consensuada. La cada vez más absurda y desmedida costumbre de poner siglas a todo, coloca a INCELS entre las novedades actuales de sentido dramático por sus resultados y trágica por sus postulados.
Tenemos que imaginarnos y eso es difícil cuando tratamos aspectos tan increíblemente desconcertantes, como los que señala la escritora Laura Bates en su reciente libro 'Los hombres que odian a las mujeres', un auténtico best sellers de esta inglesa fundadora del Proyecto Sexismo Cotidiano. Cómo es posible que dentro de diez años se estime que  un tercio de las mujeres del mundo habrán sido violadas o maltratadas físicamente. Pues eso reafirman las estadísticas de los estudiosos del tema, teniendo en cuenta la existencia de numerosos jóvenes, individual o colectivamente, extremistas en sus postulados que se dedican a cometer actos terroristas deliberados contra las mujeres. Adolescentes venerables son entrenados y radicalizados para operar prácticamente sin ser detectados y poner en práctica ese «odio visceral hacia las mujeres» por el simple hecho de serlo.
No me puedo imaginar un mundo donde cientos de incels puedan operar a sus anchas, sin ser detectados, cometiendo todo tipo de actos terroristas contra las mujeres. Las ideas de esta gente se están difundiendo desde los rincones más oscuros de internet hasta las mismas escuelas, lugares de trabajo, incluso los pasillos de poder, pasando a formar parte de lo que llamamos conciencia colectiva. ¿Es increíble?, pero cierto y a pesar de que ha sido detectado por numerosos expertos, por el momento, no parecen hacer nada los gobiernos por actuar. Tal vez, no se sepa qué hacer, pero es muy, pero que muy preocupante.
Sin duda, una parte del feminismo, que está ahí por muchas fundamentadas razones, tampoco está sabiendo diferenciar esta variante de «jóvenes machos descerebrados» con su «especial trato al hombre por el mero hecho de serlo», que algunos sectores ponen extremadamente en valor. Tal vez, habría que diferenciar y de esa manera, la actuación sería más positiva.