Por segunda vez en pocos días, el alcalde Velázquez ha sido protagonista en la prensa nacional por su banderofobia. Y no a la enseña nacional, que ya se encargó él de poner una bien grande en Toledo, sino a aquellas que simbolizan los derechos de los colectivos LGTBIQ+. Ayer, en el pleno municipal de la ciudad ordenó a la Policía Local que retirase las enseñas desplegadas en la bancada socialista, reivindicando que las mismas luciesen en la balconada de las Casas Consistoriales, tal y como había sucedido en lo últimos años, hasta que en 2023 el tándem PP-VOX se hiciese con la alcaldía de la Ciudad Imperial, esa que algunos se empeñan en mantener anclada en el pretérito, alardeando de unos mitos y efemérides que a veces da 'yuyu' desempolvar.
Llueve sobre mojado. Si antaño, como se dice, una ardilla podía recorrer Hispania saltando de árbol en árbol, hoy podría hacerlo posando sus patas en municipios y comunidades donde Partido Popular y Vox niegan desplegar banderas o pancartas en apoyo a las reivindicaciones de los colectivos LGTBIQ+. Es triste reconocerlo, pero dicha actitud crece y crece entre los gobernantes conservadores, abriendo, así, una vergonzosa brecha en una sociedad que, gracias a los avances conseguidos en las últimas décadas, se ha situado en la vanguardia internacional del reconocimiento a los derechos de estos colectivos, frente a quienes alientan discursos de odio.
Lo que ocurre en Toledo es digno de estudio. Hace una semana, durante la manifestación celebrada el pasado sábado, algunos concejales y concejalas populares participaron en ella portando, sonrientes, la bandera arco iris, mostrando complicidad y cercanía con los/las/les integrantes del colectivo. Si tan buen rollito se traen, ¿por qué no se suman al resto de grupos municipales que solicitan la visibilización de estos colectivos en la balconada municipal, y dejan claro a sus socios de extrema derecha quién abre cada mañana la alcaldía de Toledo? Cuatro concejales tienen la culpa. Por segundo año consecutivo, Vox, que tiene la llave de ese despacho, ha obligado a Velázquez a comerse un indigesto plato. Y a la vista está que al primer edil toledano se le atragantan los colorines.
¡Ah! y lo de cortar la retransmisión online del pleno municipal mientras la Policía Local retiraba las banderas exhibidas por la oposición, merece matrícula de honor en 'provectus censura', que algunos también les pone eso del latín.