Para usted que me lee hoy es jueves, pero para mí que le escribo hoy es Lunes de Pascua y acaba de fallecer el Papa Francisco.
Como ordena la liturgia, las campanas de la Catedral Primada han tocado a muerto y mi casa se ha inundado de su sonido lúgubre y acompasado. El doblar de las campanas se cuela por ventanas y balcones y cada tañido guarda un mensaje de condolencia por un pontífice que no ha dejado a nadie indiferente.
Seguro que en otras iglesias de Toledo también han doblado las campanas, pero en el Casco el doblar de campanas alcanza una belleza sublime, como todo en el Casco. Una razón más para ser vecino intramuros.
He sentido la marcha de Bergoglio. Me gustaba su predicamento y creo que no habría estado de acuerdo con que el Arzobispado de Toledo promoviera alojamientos hoteleros, como aquello del Callejón del Vicario.
Es un error, en mi humilde opinión, promover turistas en lugar de promover feligreses. Principalmente, cuando de aquellos hay multitud y de estos hay escasez dentro de la muralla. Los turistas dejan más ingresos en entradas, seguro que sí, pero los vecinos dejan más en el cepillo. Y duran más.
No piense usted que en esto albergo connotaciones ideológicas de ningún tipo. Es mera estrategia apostólica.
Una parroquia ni se funda ni se mantiene con personas que están de paso, sino con feligreses que participan en su comunidad. Igual que un barrio, que no puede sobrevivir con turistas, sino con vecinos.
Creo que sería mejor para todos que el Arzobispado, en la gestión de su patrimonio inmobiliario, promoviera más el vecindario que el turismo. Evidentemente, no todos sus bienes pueden ser viviendas, pero ayudaría que los que sí puedan ser de uso residencial se destinen a ello.
Seguro que es algo que al Papa Francisco le habría gustado y, si ayuda a que el Casco no se vacíe, quizá las campanas de la Catedral repiquen en lugar de doblar.