Con el pistoletazo de salida de FITUR'25 nos hemos de parar a mirar más allá del oropel y el boato de la promoción turística para hablar del modelo promovido y planificado en Castilla-La Mancha.
Habría que preguntarse si cuando se habla de un modelo sostenible se tiene en cuenta la triple naturaleza de esa sostenibilidad, ya que no sólo es medioambiental, no sólo es económica y sí es, indisolublemente, un pilar social para el territorio donde se lleva a cabo.
Si tratamos la parte medioambiental cerrando los ojos a los impactos que pueda tener un manejo sectario y torticero de las normas, utilizadas por el gobierno regional para perjudicar a territorios no afines en las urnas, ubicando, de manera arbitraria, y/o moviendo aleatoriamente las zonas ZEPA, provoca el perjuicio a empresarios y desarrollos de posible interés turístico.
Si es la parte económica en la que la burocracia y la agilidad administrativa ralentiza lo que no es de interés mediático, los pequeños negocios y las pequeñas inversiones con poca o ninguna ayuda regional, ven reducida su competitividad y disminuye el interés y la motivación por emprender nuevos negocios.
La parte social, per sé, está en peor disposición para alcanzar objetivos de sostenibilidad razonable, en la que se ve perjudicado el interés empresarial y económico, con inseguridad jurídica para las inversiones, impide fijar población, reduce la competitividad territorial y espanta a las inversiones.
Cabría preguntarse, por lo tanto, si los empresarios están conformes y comparten la gestión que se lleva a cabo sin atender a sus necesidades, sin tener información clara de la demanda turística, sin adecuación estructural para generar información fehaciente de la realidad turística.
Cabría preguntarse si los fondos que se utilizan en promoción y autobombo podrían ser útiles en reinversión y reactivación para el empresariado turístico regional o, al menos, que les pidieran opinión (vinculante, claro) para invertir en campañas en mercados concretos y de verdadero interés para los intereses empresariales turísticos regionales.
Tirar con pólvora del rey, sin tener conciencia y consciencia de la rentabilidad de esas inversiones promocionales supone que, entre bastidores, todo el mundo afirma que matan moscas a cañonazos para crear titulares y fotografías vacíos y, mientras tanto, el turismo en Castilla-La Mancha aún está por hacer en gran parte de nuestra geografía regional.