Ángel Monterrubio

Tente Nublao

Ángel Monterrubio


Doroteo, el Calimero

12/06/2024

Doroteo, el Calimero, poco después de licenciarse del servicio militar, agarró unas ladillas en un puticlub de Maqueda. Para arreglar el asunto no se le ocurrió otra cosa que envolver polvos de los langostos y zotal a partes iguales y con el emplasto untarse una mano generosa en los bajos. Los bichos no aguantaron ni medio asalto, pero los huevos le quedaron achicharrados y negros como el betún para los restos. No se le cayeron a cachos de puro milagro. Don Jesús, el médico, cuando se presentó en su casa con el desaguisado y se bajó los pantalones y los calzoncillos, no daba crédito a lo que veía.
-Pero vamos a ver Doroteo, vamos a ver… ¿Cómo se puede ser tan animal?
-Pues ya ve usted don Jesús… pensé que si valía pa las chinches y garrapatas…- respondió Doroteo, el Calimero, con voz queda y la cabeza baja.
- ¡Animal, animal y animal! ¡Que eres un animal!
Doroteo, el Calimero, siempre le estuvo muy agradecido a don Jesús, el médico, porque fue discreto y diligente con el tratamiento. No se ha cansado de repetirlo. De palabra y de obra. Cada Navidad el mejor cordero de su corral pasaba a la cocina del galeno listo para el horno.
-Doroteo, que no es necesario, hombre, que no es necesario… No te molestes –protestaba el médico.
-No me lo rechace don Jesús, haga el favor, que por usted tengo pelotas y yo creo que es de ley estarle agradecido.
Doroteo, el Calimero, desde aquella trapisonda, no aguantaba el olor del zotal, le entraban unas arcadas de muerte, se azogaba, sudaba a chorros, le lloraban los ojos y se le ponían los pelos de punta, tal cual como si viera al lobo, en cuanto lo venteaba. 
Consultó, preocupado, el tema con don Jesús, el médico, que cuando lo vio entrar con aquella cara de circunstancias le soltó:
- ¿No la habrás vuelto a armar, Doroteo?
Don Jesús, el médico, le vino a decir que era del mismo trauma y Doroteo, el Calimero, no entendió lo del trauma, la verdad, así que se lo explicó con un refrán:
- Doroteo, vete tranquilo que no es nada, el gato escaldado del agua fría huye, cambia el desinfectante para las cuadras y Santas Pascuas -sentenció.

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