Antonio Zárate

Tribuna de opinión

Antonio Zárate


Inundaciones, medioambiente y urbanismo. Reflexiones para la gestión del territorio

26/03/2025

La sucesión de borrascas encadenadas durante semanas ha provocado las crecidas de muchos ríos españoles, con invasión por las aguas de urbanizaciones, daños en infraestructuras y algunas lamentables pérdidas de vidas. Evidentemente, es una situación que puede causar cierta sorpresa a algunas personas pero poca a quienes conocen el funcionamiento de la dinámica general atmosférica y son conscientes de la cada vez mayor frecuencia de fenómenos meteorológicos extraordinarios asociados al aumento global de la temperatura del planeta. Todo eso puede ser merecedor de explicación, pero ahora lo queremos poner de manifiesto es la necesidad de prestar atención a la relación entre urbanismo y naturaleza, entre otras razones por los riegos de riadas y crecidas en zonas inundables urbanizadas.

Durante los últimos días el caudal del Tajo a su paso por Toledo ha llegado a aumentar hasta 8,5 veces respecto a su caudal medio en los meses de marzo desde 1980, en torno a 50 m3/s. Desde hace días la estación de aforo de la Casa del Diamantista registra más de 400 m3/s y un nivel de 2,49 m. Ese caudal y esa altura de las aguas se traducen en desbordamientos en la senda del Tajo, en Safont e inmediaciones del Palacio de Galiana, en la Fábrica de Armas y en el Hospital de Parapléjicos hasta motivar la intervención preventiva de la UME, y no son descartables aumentos por deshielo de las nieves. Los hechos demuestran la eficacia de los embalses construidos en décadas anteriores en las cabeceras de los ríos para reducir crecidas como la de 1947 en Toledo. Sin embargo, los riesgos de mayor inundación siguen y los daños han sido ya evidentes en Talavera de la Reina con caudales de más de 1.000 m2/s en zonas inundables del Alberche en Escalona, del Jarama en Morata de Tajuña y en San Fernando de Henares, o del Adaja en Ávila. Todo ha puesto en evidencia lo que es bien conocido y previsible, las consecuencias de construir en zonas indudables, a menudo por especulación urbanística, otras veces por prácticas de autoconstrucción y siempre por falta de control y de ejerció de autoridad para impedirlo.

Las recientes precipitaciones han hecho del actual mes de marzo el más húmedo desde que existen registros meteorológicos en parte de España y que han provocado incidentes por inundación como los señalados. Todo eso, en un clima de contrastes extremos de temperatura y precipitaciones que ahora se agravan, debería llevar a reflexionar sobre la necesidad de corregir el modelo de desarrollo urbano basado en la expansión constante de suelo urbanizable, de forma dispersa y a veces en zonas inundables. En Toledo, la necesidad de esta reflexión se acentúa porque buena parte de la superficie municipal corresponde a las vegas del río, a una gran llanura de inundación y a suelos de valor ambiental, lo que no debería de ser ignorado por el próximo POM, al contrario de lo que hacía el anulado POM de 2007 y en parte el avance de POM de 2022.

Por lo pronto, no estaría mal comprobar como la actual situación de riesgo por crecida del río da la razón a quienes argumentaron contra la construcción del Cuartel de la Guardia Civil en zona inundable. Y lo mismo podría decirse de las objeciones a otras posibles ocupaciones residenciales y por construcción infraestructuras, por ejemplo en la Huerta del Rey. Ahora se comprueba también el riesgo asumido en el pasado por la ubicación del Hospital de Parapléjicos y sus ampliaciones, incluido el pabellón deportivo, en zonas inundables de La Peraleda. Pero en cualquier caso, no se trata de echar la vista atrás sino todo lo contrario, de mirar hacia adelante, y más con el precedente de lo ocurrido en Valencia por un urbanismo irresponsable e invasor de zonas inundables que apenas se denuncia, con localidades como Paiporta construida en gran parte en zona inundable y de riadas recurrentes como la descrita en 1795 en el barranco del Poyo por el geógrafo y botánico Antonio José de Cavanilles.

Ahora lo que debería importar es impedir construir más en zonas inundables, conforme a lo dispuesto en el Reglamento de Dominio Público Hidráulico, y que debería ser extensible a sus entornos más inmediatos, sobre todo en espacios de valor ambiental y que son parte de corredores de biodiversidad. La aplicación de estos criterios debería poner fin en Toledo a proyectos como el de un hotel de 5 plantas en La Cava, viviendas sobre el yacimiento de Tenerías y la ubicación de la Ciudad del Cine en Polvorines, a escasa distancia de la zona de dominio público hidráulico del Tajo o dentro de ella. Y esos mismos razonamientos deberían llevar a aconsejar otra ubicación para el proyecto de polideportivo en el parque del Crucero, lo mismo que para la Ciudad del Cine, que además se sitúan en zonas de protección de paisaje.

Por otro lado, el encargo municipal de elaboración de un Plan de Infraestructuras Verdes y Conectividad Ecológica abre esperanzas para un tratamiento medioambiental integrado de todo Toledo, acorde con lo que hacen otras ciudades, con las pautas del Pacto verde europeo, la Estrategia Nacional de Infraestructura Verde y de la Conectividad y Restauración Ecológicas, y el decreto de Infraestructura Verdes que la Junta de CCLM prepara. Estamos seguros de que todo eso evitará construcciones e infraestructuras inapropiadas en el ámbito de dominio público hidráulico y en zonas inundables. La gestión municipal con el apoyo del gobierno regional sabrá poner en valor la riqueza medioambiental que supone el Tajo como eje de vertebración urbana. Ahora es también ocasión de impulsar una política eficaz de gestión y financiación de todas las administraciones, incluida el Estado, para resolver definitivamente el saneamiento del río y garantizarle niveles de caudal mínimos ya reconocidos que permitan la recuperación de sus dinámicas fluviales, como la que vemos estos días bajo circunstancias meteorológicas extraordinarias, capaces de hacer del Tajo un río vivo y no muerto.

La actual crecida extraordinaria del Tajo a su paso por Toledo proporciona ocasión para olvidar las veleidades de un nuevo barrio en La Peraleda, contemplado en el POM de 2007, en la Modificación 29 del actual PGMOU de 1986 y en el avance del POM de 2022 del anterior equipo municipal. Los riesgos de La Peraleda como zona parcialmente inundable se hacen ahora patentes y la dinámica fluvial del Tajo exige que quede libre de nuevas construcciones todo el meandro que ocupa. La Peraleda es una pieza medioambiental y paisajística fundamental dentro cualquier Plan de Infraestructuras Verdes y de Conectividad para Toledo. Sus suelos deben mantener los actuales usos agrícolas y naturales para permitir la filtración al subsuelo de las aguas de lluvias y con ello contribuir a la regulación del caudal en periodos de sequía. Además, un nuevo barrio, al margen de otras consideraciones urbanísticas, sería un obstáculo a la conectividad ecológica del río y una barrera a la circulación de vientos de componente oeste hacia la ciudad, lo que agravaría las cada vez más altas temperaturas de verano de Toledo.

La situación atmosférica de precipitaciones mantenidas en el tiempo, obligando al desembalse de presas, lo mismo que la recurrencia de eventos meteorológicos excepcionales y el aumento de noches tropicales en verano obligan a reflexionar sobre la ciudad que queremos. Y eso pasa por estrategias de naturalización como las que acometen otras ciudades y por garantizar la seguridad de las personas y los bienes mediante el estricto cumplimiento del reglamento de dominio público hidráulico y de la ley de patrimonio natural y biodiversidad. Todo lo dicho comporta evitar proyectos residenciales, de equipamientos e infraestructuras en zonas inundables y respetar valores medioambientales y paisajísticos que son soportes de la originalidad de Toledo. Conviene mirar los ejemplo de ubicación de las poblaciones históricas próximas al río aguas arriba del mismo: Mocejón, Villaseca de la Sagra, Añover de Tajo o Titulcia, esta última en la confluencia del Jarama y el Tajuña. Esas localidades se encuentran en niveles de borde de paramo, nunca en fondo de valle y menos en las llanuras de inundación, por eso ninguna de ellas bajo riesgo de crecidas por los ríos. De la misma manera, es fácil entender las razones de la ubicación de Toledo sobre su peñón, 100 m por encima del Tajo, aunque siempre en estrecha relación de uso y complementariedad con sus vegas.

Ante esta realidad, no hay más remedio que volver a someter el urbanismo al respeto del medioambiente y del clima, como lo estuvo históricamente, y como la legislación actual lo pretende de conformidad con las directivas de la UE. Toledo no puede quedar al margen de ese proceso y más cuando dispone de valores medioambientales y paisajísticos privilegiados y cuenta con instrumentos legales para ello. El camino parece iniciado por el Ayuntamiento y el Gobierno regional y por eso nadie duda de que serán los primeros interesados en un urbanismo responsable que impida la construcción en zonas inundables y de valor ambiental, y en salvaguardar el río y su entorno como corredor fluvial de biodiversidad y de calidad de vida.