Pedro Carreño

La Ínsula

Pedro Carreño


La tradición

29/10/2024

Superada la tentación de recordar los sucesos acontecidos en Wall Street tal día como hoy, pero hace muchos años, es menester buscar otros asuntos más próximos que ilustren este espacio tipográfico. Es costumbre del inquilino del mismo -y no por ello aconsejable- atisbar en el horizonte los días venideros en el calendario, y encontrar así salvadora inspiración para la columna semanal.
Guiado por ese cuestionable hábito, topé en el almanaque con el antaño conocido Día de Difuntos. Una fecha que hoy se conmemora con un nombre de difícil memoria para quienes no frecuentaron en su mocedad la lengua de Shakespeare. Los más atrevidos de este grupo pronunciamos -con dificultad-, la cercana festividad con tres sílabas. Al emitirlas, las cuerdas vocales emiten un sonido cuya transcripción fonética sería Já-lo-guin. Importante recalcar lo esdrújulo de la voz ya que, el anglicismo, varía su acento dependiendo de la comarca y sus habitantes. De ahí, que sea común en algunas localidades, reconocer la afamada festividad como Ja-lo-guín. Es decir, la tilde cambia de ubicación al ser palabra aguda y acabada en "n".
En algunas coordenadas geográficas, también es común su verbalización con el apócope Aloguiiiiín. Su pronunciación exige prolongar la tercera vocal y ametrallarla en el aire, mientras que el maxilar inferior tensiona los músculos que rodean las comisuras de los labios. Los ojos, de manera simultánea, se achinan por el esfuerzo de tal vocalización (imagínese cómo la pronunciaría el Joker, el malo de Batman). Caso de inclinarse por esta pronunciación, es recomendable en los primeros días practicarla en una habitación diáfana, frente a un espejo y sin espectadores. Así podrá preservar relaciones de amistad con todos aquellos que muestren cierta hilaridad al oírle pronunciar este término de tal guisa.
Toda vez que ha elegido la adaptación sonora y fonética, llega el momento del attrezzo con el que acompañar la celebración. Los interesados aún disponen de casi tres jornadas para contar con la vestimenta adecuada. Lo más sencillo, económico y práctico es acudir a alguna multitienda asiática cercana. En los últimos días, no son pocas las que incluyen en sus escaparates vestimenta acorde con la celebración de la madrugada del próximo viernes. Más allá de las tendencias de temporada -y del bolsillo del comprador-, la etiqueta de esa noche se inclina por los modelos clásicos en los que impere el negro. Un color siempre elegante y cautivador, ya que tiende a estilizar los cuerpos con independencia de su volumen, extensión o peso.
Si su economía se lo permite, es aconsejable acompañar la vestimenta con maquillaje que recalque y marque sus ojeras y bolsas oculares. Caso de no tenerlas, también existen productos cosméticos que le ayudarán a lucirlas. Incluso puede arriesgar con la simulación de gotas de sangre, brotando de la comisura de sus labios, para aportar realismo y credibilidad cromática.
Sirva, por tanto, esta columna de ayuda y recordatorio para todo aquel que quiera disfrutar de su Já-lo-guin, Ja-lo-guín o Aloguiiiiín. Una fiesta arraigada desde siempre en nuestras costumbres. Entroncada desde los tiempos de Viriato en muchas familias, cuadrillas de amigos, grupos vecinales, asociaciones, colegios y guarderías. Una fiesta que, a todas luces, cada día cuenta con más adeptos.
¿Truco o trato?. Esa es la tradición.