Hay unos códigos bastante fáciles de aplicar en los tiempos que corren. Si usted tiene que dar una charla y quiere que todo transcurra de forma tranquila y el auditorio aplauda al final, aunque quizá no haya seguido nada, ni entendido nada, o directamente se haya dormido, simplemente tiene que hacer lo siguiente: en primer lugar, comenzar con un «buenos días a todas y todos», o el todavía más mediocre «hola a todas y todos», o si quiere ya quedar de maravilla y obtener la insignia de 'progre distinguido', podría decir «hola a todas, todos y todes». Ya con esto lo tiene todo a favor. A partir de ahí, puede decir lo que quiera y hablar de lo que quiera (eso sí, evitando las 'palabras tabú' a las que luego me referiré), siempre que intercale hábilmente palabras o expresiones como «transversal», «inclusividad», «género», «diversidad», o «interculturalidad», y luego, por supuesto, todo tipo de perífrasis que empiecen por «personas», es decir, «personas con discapacidad» (sirve también «personas con capacidades diferentes», incluso mejor para obtener la insignia de moderno total), o también «personas adultas mayores», «personas con habilidades psicosociales y socioemocionales», cualquier cosa que empiece por persona estará bien, y mejor cuanto más genérica sea la expresión, de modo que pudiera englobar a cualquiera, aunque en realidad se refiera solo a un colectivo al que hay que aludir sutilmente para no molestar, y sobre todo de forma inclusiva. También son bienvenidos nombres genéricos y abstractos como «alumnado», «profesorado» y cualquier término que eluda el género masculino en su tradicional y correctísimo uso de género no marcado, para no incurrir en inacabables desgloses de género, que de todos modos siempre son bienvenidos. Como después de media hora hablando en ese tono, el auditorio dormirá apaciblemente escuchando esa 'música' políticamente correcta, conviene decir algo para que sepan que la charla ha terminado y puedan aplaudir, y para eso nada mejor que «gracias a todas y todos por su atención», o si se quiere obtener una segunda insignia con distintivo rojo, pues «gracias a todas, todos y todes por su atención».
Por supuesto, también es posible que usted quiera provocar, agitar un poco el ambiente, o al menos despertar al auditorio de esa apacible nana compuesta de una retahíla de términos de moda correcta. Entonces basta que coloque hábilmente alguna 'palabra tabú', como «hombre», «sexo» (y todas sus variantes), «estimados oyentes» (sin duplicar el género), o incluso «miembros», sin duplicar tampoco. Como se le ocurra decir «discapacitados» o «tercera edad» (no me atrevo ni a escribir «viejos») la cosa puede ser grave, alguien interrumpirá su conferencia y será cancelado y condenado al fuego eterno.