Un electrocardiograma del fútbol de élite mostraría un dibujo permanentemente elevado, rayas fuera de la gráfica, 200 pulsaciones constantes. Es insostenible… pero se sostiene. La exageración forma parte del juego y nos hemos acostumbrado, porque la demanda hace a la oferta y viceversa, a que cada jornada conozcamos al nuevo heredero de Pelé o al futuro Balón de Oro. En esta tesitura, en cuanto se cayó del Inter de la posibilidad del triplete (perdió por 0-3 en la Coppa ante el Milan) y vimos que solo PSG y Barça optan a tal hito, de repente nos dio por pensar en diciembre y la gala en la que coronaron a Rodri. El primer español 'dorado' en 64 años. ¿Y por qué no un segundo consecutivo? Pedri salió del Barça-Mallorca con el 'MVP' bajo el brazo, está jugando a un nivel estratosférico, pocos (¿nadie?) interpretan el fútbol con tanta clarividencia en la zona más compleja del campo y, ya que se abrió la puerta al reconocimiento a centrocampistas, ¿quien mejor que él?
Pongamos que el Barça se lleva el 'premio gordo' y que España tumba a Francia primero y a Alemania o Portugal después en la 'final four' de la Liga de las Naciones (5 y 8 de junio). No es descabellado pensar así porque, reconozcámoslo, el fútbol es una enorme ilusión y los partidos se juegan muchos días antes en la mente de los aficionados. Si eso sucediera, nadie como el canario para llevarse el galardón. Los muchachos que juegan 'en silencio', no lucen tatuajes ni peinados ridículos, los no-tribuneros, los que no buscan el aplauso pero lo encuentran, los que hacen que todo fluya sin aspavientos, los que resuelven ecuaciones imposibles con un giro de tobillo, merecen que el fútbol los reconozca sistemáticamente. Voto a Pedri… pase lo que pase de aquí a final de curso.