No soy ingeniera, ni urbanista, ni arquitecta, pero con el sentido común como única herramienta, afirmo que ubicar una segunda estación en Toledo para que circule un AVE que va a Extremadura, es una idea descabellada. Máxime si se sitúa en el Polígono, ese barrio estrangulado por un tráfico demoledor, víctima de una circulación tan desorganizada como el propio diseño de nuestra caótica ciudad.

Hace tiempo, a los mandamases de la Junta les dio por instalar sus consejerías, edificios rimbombantes, direcciones generales, centros tecnológicos y sedes de administraciones como el Sescam, en el Polígono, donde también se llevaron el Hospital Universitario que tantos quebraderos de cabeza causa a pacientes y a profesionales por su deficiente accesibilidad. Mientras, iban quedando en el Casco edificios abandonados, inmuebles inmensos, que un particular no puede rehabilitar salvo para acoger selectos hoteles, de esos que temen los residentes.

Pues nada, las sucesivas administraciones socialistas se expandieron en este barrio tan moderno, sin hacer un estudio previo que delimitara qué cantidad de servicios, infraestructuras y vecinos eran susceptibles de compartir ese espacio cómodamente. Se liaron la manta a la cabeza, dejaron el Casco Histórico prácticamente huérfano de funcionarios y ocuparon parcelas sin ningún sentido. Ahora, los sufridos vecinos de esa zona se las ven y se las desean para circular a horas punta, mientras observan con estupor cómo las administraciones se empeñan en ahogar aún más ese enclave.

Y es que lo mismo cualquier día nos levantamos y encontramos una estación del AVE frente a Luz del Tajo. ¿Pero esto va en serio? Vamos a ver, ¿de verdad que a estas alturas del siglo XXI es imposible diseñar un trazado de alta velocidad compatible con nuestra hermosa estación, toda una joya declarada, incluso, Bien Cultural con la categoría de monumento? ¿Los romanos idearon maravillas en ingeniería y ahora, veinte siglos después, los técnicos o los políticos no salen de soluciones propias del scalextric?

Yo, profana en esta materia, he leído propuestas de todo tipo, iniciativas de expertos ingenieros y urbanistas, exquisitos guardianes de nuestro patrimonio, que abogan por una sola estación, a fin de que nuestro espléndido apeadero de Santa Bárbara no se convierta en otro edificio vacío de contenido. Pero, claro, parece que lo más fácil es continuar creando problemas en una ciudad que sólo tiene comunicación ferroviaria con Madrid, mientras otras capitales de la región nos dan cien vueltas y disponen de servicios de AVE conectados con distintas Comunidades españolas. Como quien no quiere la cosa. Y sin hacer el ruido que se está produciendo en Toledo para volver a meter la pata, creando una infraestructura que va a condicionar el futuro de la ciudad. Para mal.

Doctores tiene la Iglesia. E ingenieros, urbanistas y especialistas en transportes el ministerio. Se supone. Por favor, que el tren circule marcha atrás, que vaya por la antigua vía de Bargas, que planee sobre un espléndido viaducto sobre el Tajo, pero déjense de construir una nueva estación, que estamos hartos de ser la ciudad de los planes inacabados y de las propuestas que dejan cicatrices imposibles de curar en nuestra rocambolesca configuración. Una sola estación para el tren. La de Santa Bárbara.