El 23 de enero está marcado de manera muy especial en el calendario de todos los toledanos. La celebración del patrón de la ciudad conlleva una connotación religiosa para los creyentes pero, también, un arraigo muy importante en las costumbres, las tradiciones y en la identidad local de Toledo.
San Ildefonso nació en el siglo VII durante el reinado de los visigodos en Toledo. Fue arzobispo y está considerado como uno de los Padres de la Iglesia.
El fervor por el Santo se ha mantenido durante siglos. Y, aunque no existe una fecha certera sobre el origen de esta festividad, se tiene constancia de que en 1652 el propio Ayuntamiento pidió que se mantuviese como fiesta de guardar.
Una festividad que ha permanecido de generación en generación y que se ha ido cultivando con el tiempo. Ha sobrevivido a las diferentes etapas históricas del momento y nos llega hasta nuestros días, como un legado que debemos preservar y cuidar para los que vendrán después.
De las cualidades de San Ildefonso podríamos destacar su servicio, su entrega, pero hoy, sobre todo, quiero centrarme en su valentía. Cuenta su historia que una noche fueron varios a la iglesia a rezar. Al ver la luz deslumbrante que había en aquel lugar, muchos huyeron por temor, pero San Ildefonso permaneció allí. Ante ellos estaba la Virgen María, quien le invistió con una casulla. Y sobre aquella piedra en la que él se encontraba se erigió la Catedral Primada de Toledo.
¡Cuántas veces nos ocurre que tenemos temor a aquello que no conocemos o sentimos incertidumbre a afrontar nuevas metas y proyectos! Hemos de ser valientes, de luchar por los sueños y de tratar de alcanzar nuestras metas. No importa que, en algunos momentos, la luz nos deslumbre o que sea complicado elegir el camino. Si huimos de ello jamás sabremos lo que nos aguarda.
Es la primera vez que tengo la oportunidad de celebrar San Ildefonso como alcalde de la capital regional. Y, por ello, mis palabras deben ser de agradecimiento al patrón y con él a todos los toledanos. Pues son muchos los proyectos que se están desarrollando y siento que la ilusión depositada en ellos es mayor a cada paso.
En un día como el de hoy quiero destacar la labor de los intrépidos, de todos aquellos toledanos inconformistas que llevan el nombre de la ciudad por todos los lugares; ligados al arte, a la cultura, al emprendimiento o que representan la defensa de los valores democráticos.
Muchos de ellos hoy serán reconocidos, pues sirven de modelo para todos nosotros. Pero, soy consciente de que hay muchos más valientes en cada barrio de la ciudad imperial, en cada calle y en cada hogar. Héroes que luchan por sus sueños y otros que velan por hacer posibles los nuestros.
Si nos deja un mensaje San Ildefonso es que basta una piedra para construir mucho más, lo importante es contar con la base que permita erigir un destino prometedor.
Los que nos precedieron nos legaron la devoción a San Ildefonso y muchas de las cosas que hoy disfrutamos. Ahora es nuestro momento, el de todos los que formamos el presente y tenemos la responsabilidad de sembrar el futuro de Toledo.
Me gustaría desear un feliz día a todos los toledanos y, muy especialmente, a aquellos que no atraviesan los mejores momentos. Hago mías las palabras de Cicerón: «vivid como hombres valientes y, si la suerte es adversa, haced frente a sus golpes con corazones valientes».
El futuro es prometedor y juntos lograremos alcanzar todos los sueños.