La provincia acumula 2.170 nacimientos hasta mayo, la cifra más alta hasta el quinto mes en los últimos cuatro años. Respecto al pasado 2023, cuando se registraron 2.071 bebés, los alumbramientos en los cinco primeros meses crecen un 4,8%. La última cifra conocida también supera los datos parciales de 2022 y 2021.
Marzo y abril son los meses de 2024 en los que se han acumulado más nacimientos, con 449 nuevos vecinos. El leve repunte constatado entre enero y mayo augura una cifra de cierre de ejercicio más halagüeña que la del pretérito 2023, el peor año de la serie histórica para la natalidad en la provincia, con 4.520 alumbramientos. El volumen del pasado año, además, cayó por debajo de las 5.000 criaturas, una barrera que todavía no se había franqueado.
La natalidad, en cualquier caso, muestra una evolución declinante año tras año, una trayectoria que 2024 podría romper; sin embargo, cabe señalar que los primeros meses del año tienden a ser más propicios para la natalidad que los del último tramo.
El pasado año nacieron, de media, unos 13 niños al día. En los primeros cinco meses del año, este indicador sube hasta los 14 bebés, un incremento apenas perceptible. La proyección a partir del periodo ya contabilizado estima en algo más de 5.200 los nacimientos que se acumularán en el conjunto de 2024, aunque se insiste en que algunos meses del año tienden a ser más fecundos que otros, y que diciembre suele ofrecer números algo más bajos.
Por otra parte, la edad de las madres evidencia la demora creciente con que se tiene descendencia. Apenas 626 bebés, el 28,8% del total de los nacidos hasta mayo, tuvieron progenitoras menores de 30 años. Las treintañeras suponen la franja mayoritaria: mujeres con edades comprendidas entre los 30 y los 34 años tuvieron 705 bebés; las que cumplen entre 35 y 39 dieron a luz a 641 criaturas.
Además, hubo 184 nacimientos con madres con una edad que oscila entre los 40 y los 44 años, y otra decena más con progenitoras con entre 45 y 49 años.
Un dato aún más llamativo es el referido a los tres bebés nacidos de madres con 50 o más años de vida, una edad que se considera de alto riesgo y que hace algunas décadas suponía una marca prácticamente infranqueable. Este registro, además, supera al total contabilizado el pasado año, cuando se certificaron apenas dos casos. En 2019 y 2020 solo se produjo un nacimiento en cada ejercicio con madres en esta cohorte. En 2022, fueron cuatro los bebés de gestantes con más de medio siglo de vida.
MÁS DEFUNCIONES. El primer semestre del año ha causado 3.294 fallecidos en la provincia, un 2,6% más que en el mismo semestre del año anterior. Aproximadamente, 18 toledanos perecen cada día, una cifra superior a la de nacimientos registrados. El crecimiento natural de la provincia se mantiene en negativo; el incremento poblacional que registra proviene, por tanto, de un saldo migratorio claramente positivo. El movimiento de personas arroja un balance favorable: la geografía toledana atrae tanto a españoles de otros lugares como a un buen número de extranjeros.
Las cifras de mortalidad ajustadas a mayo (mes en el que termina el recuento parcial de nacimientos) establece en 2.823 los óbitos en la provincia (a finales de la semana 22, que concluyó el 2 de junio). La diferencia entre ambas magnitudes es de unas 700 personas.
El pasado año se registraron 6.088 muertes en la provincia. Se trata de un volumen menos cuantioso que el de 2022, cuando perecieron 6.232 vecinos. En 2020, epicentro de la pandemia, perdieron la vida 8.033 toledanos.
Hasta el 30 de junio, los octogenarios y nonagenarios representan las principales cohortes según el número de fallecidos, con 1.074 víctimas en ambas franjas. Solo seis niños de entre 0 y 4 años han muerto en la provincia en este tiempo, sin que haya decesos en la franja de entre 5 y 9 años. Son ocho los veinteañeros desaparecidos, 19 los treintañeros fenecidos y 64 las personas entre 40 y 49 años cuya existencia ha terminado entre enero y junio del año corriente.