En los diferentes establecimientos de hostelería de la ciudad de Toledo también ha surgido este debate.
Propietarios, gerentes y trabajadores de restaurantes, bares y otros establecimientos hosteleros de la ciudad, expresan de manera unánime su rechazo rotundo a cualquier propuesta de modificación de los horarios vigentes.
«Principalmente, afectaría a la empresa para poder pagar los sueldos al personal. También el alquiler o los diferentes gastos», asegura Jona, mientras prepara las diferentes comandas en la Pizzería Comes.
Los argumentos de los distintos profesionales del sector hostelero son variados y van desde preocupaciones diarias, como la capacidad para satisfacer la demanda de los clientes en horarios específicos, hasta consideraciones más amplias relacionadas con el impacto en la dinámica social y cultural de la ciudad.
Desde la cafetería de San Telesforo, en la céntrica plaza de Zocodover, Patricia Junquera señala que «no puedes decir a los clientes: la mitad del filete mañana se lo come, que hay que cerrar. Al final estás dando un servicio, y a nadie le gusta que no se le dé el adecuado. Precisamente lo que pasa en la hostelería es que no puedes echar a nadie si están comiendo, cenando, o tomándose algo, y decirles; ¡venga, venga! Que nos tenemos que ir».
En este debate también se hace hincapié en la tradición y el estilo de vida característico de Toledo, que se ven reflejados en los hábitos y ritmos de consumo de sus habitantes y visitantes. En este sentido, María Teresa, propietaria de un restaurante, lanza la pregunta; «¿qué hacemos si salimos a las 10 de la noche? Nosotros prestamos un servicio y el horario debería dejarse tal y como está».
Una respuesta muy al hilo de lo que afirmaba de nuevo Jona, apuntillando que «afectaría mucho a las personas que salen tarde de trabajar, y quieren desconectar compartiendo su tiempo entre compañeros, amigos o pareja».
Lo cierto es que la climatología durante los meses de verano puede ser adversa para bares y restaurantes si se van obligados a cerrar antes de lo habitual. Las altas temperaturas característicamente de la provincia, como apuntan los hosteleros, pueden llegar a dificultar negativamente el flujo de ingresos en los establecimientos, porque «la gente en Toledo no sale a cenar en verano por el clima que tenemos a las siete de la tarde, sale a partir de las nueve o de las 10. Cerrar tan pronto sería una faena», manifiesta Biba en el Mesón La Posta.