Los cuatro colegios de la Catedral en el siglo XVI

J. Monroy
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Juan Estanislao López presenta esta tarde su último trabajo, en el que aclara las diferencias entre clerizones, seises y alumnos del colegio de Infantes

Los cuatro colegios de la Catedral en el siglo XVI - Foto: Yolanda Lancha

Históricamente la bibliografía ha confundido a los seises de la Catedral, los clerizones y los estudiantes del colegio de Infantes, cuando «son cosas diferentes».

Hasta el momento. Esta tarde, a las siete y media, el investigador Juan Estanislao López presentará en la sala capitular de verano de la Catedral su nuevo libro, 'Cuatro colegios de la Catedral Primada en el siglo XVI: Clerizones, Seises, Colegiales y Criados de los prebendados'. Como su nombre indica, demuestra que en la Primada hubo cuatro colegios en el siglo XVI que funcionaban de forma independiente, con sus espacios diferenciados, distintos horarios y profesores propios, al margen de los otros colegios regentados por los canónigos, como los de Santa Cruz o Doncellas Nobles.

Para empezar los canónigos del siglo XVI en Toledo eran personas poderosas y ricas, que cuando iban a la Catedral, lo hacían con sus criados. Para que estos criados «no tuviesen ociosidad», apuntan los documentos, mientras que los canónigos rezaban, estos contrataron a un profesor de gramática, que les daba clases junto a otro canónigo. Fue una primera escuela, que se impartía en la actual sala capitular de verano.

Clerizones, seises y colegiales. Al margen de esta escuela para criados, hubo en la Catedral otras tres, para clerizones, seises y colegiales de Infantes. Desde época visigoda, recuerda López, la Catedral de Toledo, como otras, tenía niños para que ayudaran en el altar como acólitos y cantores y que en el futuro fueran sacerdotes. Era una preparación para el sacerdocio. En el siglo XVI, estos «clerizones, coloraditos, mozos de coro o sacrisfículos» se dividen, a descubierto el investigador. Para empezar los seis niños con voces privilegiados se sacan del resto de clerizones a una escuela distinta. Si a los clerizones se les impartía clases en el Locum, los seises aprendían en la casa del maestro de capilla. Además, en 1552, el cardenal Silíceo, en vista de que las clases a los clerizones de gramática y latinidad no eran muy buenas, fundó para estos 40 niños el colegio de Infantes. Muerto Silíceo, siguió la división entre clerizones, que seguían como en la Edad Media y al terminar los estudios ha cían trabajos no cualificados dentro y fuera de la Catedral; los seises, que seguían en la casa del maestro de capilla y al terminar se dedicaban al mundo musical; y los alumnos del colegio de Infantes, en la plaza de la Bellota, con su rector, su maestro de gramática y su maestro de música, que al terminar los estudios iban a la universidad. Al final, cuando quedaba una plaza en Infantes, pasaba allí el clerizón más antiguo.

Toda esta división, apunta López, se mantiene hasta 1845, con la desamortización, aunque en el siglo XVIII los criados se habían bajado también a Infantes.

El libro. El nuevo estudio de López tiene una longitud de 167 páginas muy esquemáticas. Es fruto de más de tres años de trabajo tanto en el Archivo Catedralicio, como el Diocesano. El libro se publica con motivo del VIII Centenario, gracias al convenio que tiene el Gremio de Hortelanos con la Diputación, que permite una publicación anual, y que suele acercarse a las efemérides importantes en la ciudad.