Batallón de leales voluntarios de Manila

Ars Toletum
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La finalidad primigenia del Batallón, constituido en agosto de 1896, fue reforzar la presencia militar en la capital del archipiélago filipino, a la par que combatir la insurrección promovida por el Katipunan

Batallón de leales voluntarios de Manila - Foto: @museodelejercito

El Batallón de Voluntarios de Manila fue organizado en los albores de la insurrección tagala de agosto de 1896, adquiriendo carta de naturaleza el 30 del citado mes, por decreto del capitán general del archipiélago, Ramón Blanco y Erenas, quien mediante llamamiento a la ciudadanía de la capital levantó el citado batallón.

La finalidad primigenia del mismo sería reforzar la presencia militar en la capital, a la par que combatir la insurrección promovida por el Katipunan. Asimismo, su levantamiento, correría a cargo del aporte económico y el brío patriótico de los españoles residentes en el archipiélago y en ella se integrarían tanto españoles de origen como 'insulares', expresión con la que se denominaba a los españoles nacidos en Filipinas.

Al batallón se le dotó de un 'Reglamento Provisional del Cuerpo de Voluntarios de Filipinas', aprobado el 2 de diciembre de 1896.

En él, se establecía que estas fuerzas de voluntarios serían cuerpos auxiliares del Ejército, con dependencia directa del capitán general de Filipinas. Asimismo, en el desempeño de sus obligaciones estarían sujetas al fuero militar.

En lo concerniente a la uniformidad debía diferenciarse de la reglamentaría del Ejército, aunque buscando la similitud con el mismo.

Con respecto a la organización y composición de dichas fuerzas, el reglamento contemplaba la creación de unidades tácticas, pero circunscritas a las Armas de Infantería y Caballería.

Aunque los voluntarios de Manila formaron como fuerzas de infantería, -por razones desconocidas- de dicha unidad se desgajaron las 'Guerrillas Navales de San Miguel y San Rafael'. Ambas, con embarcaciones de su propiedad, prestaron extraordinarios servicios en apoyo a la Armada y al Ejército: en la bahía de Manila, en el río Pasig y en la Laguna de Bay.

Cuando el general Polavieja, tomó el mando del archipiélago filipino, como capitán general, su primera providencia fue la reorganización del ejército de operaciones en Luzón, a la par que, por decreto creaba nuevos batallones de infantería con voluntarios de las provincias de etnia no tagala, así surgen entre otros los batallones de voluntarios de: Ilo – Ilo; Ilocos del Norte y del Sur; Cagayan; Tercio de Anda y Salazar… Estas unidades serían agregadas al ejército regular bajo el mando de sargentos y oficiales españoles de origen.

En la capitulación ante EEUU, los voluntarios como fuerzas no regulares -a pesar del reglamento al que quedaron sujetos durante la guerra-, implícitamente, fueron incluidos en los puntos 3, 5 y 6 del Tratado de París, relativos a la libertad de los ciudadanos, el respeto a las personas y sus propiedades, y a la continuidad de la actividad empresarial, cultural y comercial respectivamente.

Por ello, numerosos voluntarios con arraigo en Manila continuaron residiendo en Filipinas bajo administración estadounidense, desarrollando su actividad anterior a la guerra. Otros optaron por regresar a la metrópoli.
Como homenaje a todos aquellos que llevaron el nombre de España por los confines del mundo, el Museo del Ejército ha organizado una exposición temporal bajo el epígrafe '1898 el final de cuatro siglos de Cuba y Filipinas españolas'.