Al final, fueron más de cinco mil. 5.137, en concreto. Esta gente nunca falla. Quien no lo estuviera ya, se graduó en sufrimiento, sacó nota. Menuda manera de padecer. Menudo aguante. Pero el CD Toledo está ya en la fase nacional. Y se llevará a su afición donde toque.
El torneo solidario ayudó a crear ambiente en el entorno del Salto del Caballo prácticamente desde primera hora de la mañana. Sin embargo, pasadas las 5 de la tarde, los decibelios crecieron, aparecieron las bengalas y el humo verde. La afición estaba preparada para dar el mejor recibimiento posible a sus jugadores, que se bajaron del autobús envueltos en todo el ánimo del mundo.
Todo se calmó posteriormente, para crecer de nuevo en tensión ya dentro del estadio. Se coreó la salida al calentamiento, y se pitó la del rival, con improperios que sobran, pero que estaban fundamentados en el trato del partido de ida. Y así arrancó el partido, después de una salida al césped en la que se coreó al máximo: ¡Toleeeeeeedo, Toleeeeeedo!
La afición no dejó de apoyar a su equipo de principio a fin - Foto: David PérezLa gente se volvió loca con la salida de sus jugadores. Con el primer córner, con la ocasión de Luna, con el ¡uy! de Manu Gavilán... Hasta celebró como si fuera real el tanto anulado a Angelito. Pero el éxtasis llegó en el minuto 19 con el tanto de Pepe Delgado.
Los corazones se encogieron con el tiro cruzado de Chabo. Pero nadie dejó de volcarse, ni en los momentos malos. Cuando Pepe casi marca el segundo al filo del descuento, todo el mundo se llevó las manos a la cabeza. Y más con el penalti por manos de Theo. No se lo podían creer. Del 2-0 se había pasado al 1-1. No sirvieron los abucheos en el tiro de Javi Llario. Salvó las manos de Yelco para marcar.
El descanso sirvió a la hinchada para recargar pilas. O ese era el objetivo. Pero se empezó con frialdad. El resultado tenía la culpa. Al encuentro se le estaba poniendo cara de fiasco, pero todo podía pasar. Los seguidores verdes respiraron con el segundo tanto, otra vez obra de Pepe Delgado. No lo tenían nada claro.
La afición no dejó de apoyar a su equipo de principio a fin - Foto: David PérezEl ambiente recuperó su frescura. Se jaleó el manido ¡Mi Toledo, alé!, para luego seguir enchufados, pero con cierta precaución. Se barruntaba la prórroga, y nadie la quería. En el descuento de la segunda parte empujó todo el mundo, pero ahí se quedó el esfuerzo, en vano.
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Todavía quedaban reservas, y eran necesarias. A ratos, se cantó. A ratos, había nervios y no salían las palabras. Nadie quería irse sin ver pasar a su Toledo. La angustia por ver sufrir a sus futbolistas rompió en aplausos. Buena manera de canalizar la presión. Al ver que llegaba el último minuto, cantó hasta el más tímido. Hubo que aguantar tres de descuento. Y, aunque se pidió no invadir el campo, fue imposible contener el chorro de alegría.