La presión como gran diferencia

Diego Izco
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El Barça más atractivo de los últimos años conserva el liderato a base de comerse al rival en su campo... lo que el Real Madrid intenta sin tino ni gracia: se limita a 'sobrevivir'. Vuelve la solidez al proyecto del Atlético

La presión como gran diferencia - Foto: Albert Gea

Puede que en el primer clásico de la temporada el Madrid le pase por encima al Barça. ¿Por qué no? Hombre a hombre, kilo a kilo, los blancos son mejores: su plantilla cuesta 1.340 millones de euros frente a los 875,4 que 'Transfermarkt' otorga a los azulgrana, la diferencia entre el límite salarial de unos y de otros es grotesca (755 los merengues 426 los culés)… Pero a día de hoy, un aficionado neutral al fútbol se pondría los partidos del Barça: es 'otro fútbol' distinto al que practica el Madrid, renqueante, sin solución a la ausencia de Kroos, sin compenetración entre los genios que conforman el ataque más lujoso del planeta y con la fortuna de que al menos los penaltis (cuatro en cinco jornadas) y los postes (tres en San Sebastián) están de su lado. Su rival vuela porque el 'método Flick' ha confirmado que ahogar al rival lo más cerca posible de su área, sorpresa, minimiza los riesgos de encajar gol y aumenta exponencialmente los de marcar. El alemán ha diseñado una presión ordenada y feroz, que se ejecuta en bloque, que lo mismo comandan veteranos como Lewandowski o niños como el lesionado Bernal o el advenedizo Casadó, y que ha resultado en el mejor Barcelona, o al menos el más ilusionante, en varios años. Quizás el problema de tener mucho 'divo' en un vestuario es que los entrenadores no se atreven a exigirles o pedirles lo que deberían dar… por si se 'mosquean'. El del Madrid (por comparación con el actual Barça) no es un problema de calidad, sino de fútbol. 

Eficaz

Si a Simeone le preguntas cómo quiere a su Atlético, por muy argentino que sea, no emplearía dos o tres adjetivos más allá de «sólido». Su ideario no contempla el brillo o la espectacularidad, sino salir de los duelos con pocas alegrías concedidas al rival. Es el cuarto equipo del planeta que más ha gastado en fichajes este verano (185 millones de euros) y aunque la ilusión tenía de apellido Álvarez, el icono del proyecto es Gallagher, que se estrenó como goleador y cuya manera de devorar kilómetros y acudir a todas las ayudas es la bandera de la 'nueva solidez' del 'Cholismo'.