Luisa, esclava morisca toledana, propiedad de Hernán Pérez de Herrera y nacida en Ochanez, tenía cuarenta años, bueno cuerpo, pelo moreno; estaba mellada y herrada, es decir, con una marca, seguramente en la cara, a hierro candente, que señalaba su condición de esclava. Ella era morena, apunta el Archivero Municipal, Mariano García Ruipérez, «pero no faltan moriscos descritos como rubios, zarcos (ojos de color azul claro), barbirrojos, blancos de rostro…», así fue, recuerda, porque «los moriscos que llegan a Toledo desde las Alpujarras son descendientes en su mayoría de la Hispania romana, que se convirtieron al Islam».
Esta descripción de Luisa aparece en el folio 86 de un libro datado en el año 1573, intitulado en su cubierta como 'Año de MDLXXIII. Libro del Registro de los moriscos que Su Magestad nuebamente manda hazer por su provisión y pramatica', y que en el Archivo Municpial de Toledo, donde se guarda, han descrito como registro de los moriscos esclavos de la ciudad de Toledo, alistados por parroquias, realizado en cumplimiento de la Pragmática de 6 de octubre de 1572. Este recoge los nombres de los moriscos y el de sus propietarios, lugar de nacimiento, edad, descripción física y parroquia a la que pertenecen.
Este libro y esta descripción, los pone García Ruipérez como ejemplo de los 166 documentos sobre Moriscos entre los años 1570 y 1643, con miles de folios, que el Archivo Municipal custodia, y que el pasado Día Internacional de los Archivos de 2024 ha querido ofrecer en su web digitalizados y descritos. Apunta el archivero que el tipo de letra utilizado mayoritariamente en esos documentos, la denominada como procesal encadenada, no facilita su lectura por personas no especializadas, pero «aún así, hemos querido ofrecerlos todos como homenaje a esos españoles que fueron expulsados de su patria por tener otra fe y usar otra lengua, algo que debemos entender dentro del contexto de la época». A su juicio, «las descripciones que contiene ese registro no nos dejan indiferentes». Se unen estos documentos a los dos sobre la expulsión de los judíos que el Archivo también subió hace años.
Antecedentes históricos. Estos miles de folios dan cuenta, con una letra de difícil lectura, de la existencia de moriscos por tierras toledanas en las décadas anteriores a su definitiva expulsión de España.
Recuerda el archivero que Felipe III, por una pragmática firmada en Madrid el 9 de diciembre de 1609 ordenó la expulsión de los moriscos de España. Décadas después de la conquista de Granada, Felipe II, por otra Pragmática, fechada el 17 de noviembre de 1566, intentó integrar a esa minoría con medidas en contra del uso del árabe y de sus costumbres. El malestar provocado hizo que en diciembre de 1568 se produjera la sublevación de los moriscos en las Alpujarras. Tras una dura campaña militar, las tropas mandadas por Don Juan de Austria consiguieron doblegar a los sublevados en el verano de 1570. El monarca decidió, en febrero de 1571, que todos los moriscos fueran expulsados del Reino de Granada trasladándoles a otras partes de Andalucía, de la Castilla mesetaria y de Extremadura. A Toledo le corresponden entre tres mil y cuatro mil, unos libres, y otros esclavos (la esclavitud en España se abolió en el siglo XIX).
Su distribución por las tierras castellanas supuso que los ayuntamientos de las localidades receptoras generaran muchos documentos dirigidos a controlar a los nuevos llegados en cumplimiento de otra Real Pragmática, esta vez de 26 de octubre de 1572. Entre esos documentos estarían los registros de moriscos esclavos o libres, con sus altas y bajas, los repartimientos de los libres entre las distintas poblaciones de acogida o destierro (como queramos denominarlo), las licencias para poder ausentarse de las poblaciones de acogida, los cuadernos de visita, los procesos contra los infractores… Todos ellos forman un conjunto de documentos de notable interés para el conocimiento de esta minoría en las décadas anteriores a su expulsión.