Vecinos de la plaza de toros ante los ruidos: "No podemos más"

Leticia G. Colao
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Residentes de Gregorio de los Ríos, avenida de Madrid y Salvador Allende exigen que se limiten las horas de actividad del local de ocio, con música hasta las 6 de la mañana, y se reduzca el volumen

Vecinos de la plaza de toros ante los rudios: "No podemos más" - Foto: L.T.

Hartazgo, indignación y desesperación se unen cada noche del fin de semana a la falta de descanso en las viviendas de los alrededores de la plaza de toros donde, con la llegada del verano, se acrecientan los ruidos y los decibelios por el local de ocio ubicado en el coso talaverano. Vecinos de todos los edificios de Gregorio de los Ríos, la avenida de Madrid y los alrededores de Salvador Allende y la calle Prado aseguran no poder más con una situación que les impide descansar y les provoca un «estado de nervios permanente» por la falta de soluciones.

El problema «es gordo» y lleva años, «no viene de ahora», aseguran en declaraciones a este diario pero nadie ha logrado solucionarlo, ni siquiera ponerle límites. Por ello, exigen una «solución urgente» al Ayuntamiento de Talavera para disminuir los decibelios del establecimiento de ocio que les impide dormir jueves, viernes y sábado y que puede incluso acarrear problemas de salud. Les dicen que el local tiene licencia pero ellos dudan que la tengan hasta esas horas de la madrugada y con el volumen tan elevado con viviendas tan cercanas.

«Hemos hablado muchas veces con el concejal de Urbanismo pero no obtenemos ninguna solución», aseguran. Del mismo modo, buscan la ayuda de la Policía Local a los que llaman en numerosas ocasiones cada noche para que midan los decibelios del local y ayude a censurar su actividad, el volumen de la música y la limitación del horario, «pero nos dicen que no pueden porque tienen la máquina de medir el ruido rota. ¿Entonces qué hacemos?» Preguntan indignados.

Sí reconocen que el pasado sábado la Policía Local se acercó al local sobre las 5 de la mañana y paró la música, «pero ya eran horas», destaca una de las vecinas afectadas. «Como siga esto así, vamos a ser una ciudad de tercera», añade.

El ruido de la discoteca hasta altas horas de la madrugada es incompatible con el descanso en horas nocturnas, provocando incluso que muchos de los residentes deban marcharse a dormir a casa de otros familiares para intentar conciliar el sueño. A esto se suma que muchos vecinos trabajan al día siguiente y apenas pueden dormir un par de horas.

La desesperación y la falta de soluciones les ha unido en una plataforma, un grupo donde comparten quejas y vídeos con el elevado volumen que sufren cada noche y que no solo se limita a los meses de verano, sino que también se oye en invierno, aunque en menor medida. Los vecinos reconocen que las consecuencias son menores que en verano pero aún así, el volumen se sigue oyendo en el interior de sus casas, «incluso con ventanas con cierre reforzado», enfatizan.

El año pasado, que comenzaron a movilizarse para intentar solucionar este problema, enviaron un escrito al Ayuntamiento a través de la gestora de las comunidades de vecinos, «pero no se supo nada más», y este año, la desesperación les lleva de nuevo a levantar la voz y reclamar su derecho al descanso.

Los vecinos recuerdan que viven próximos al parque de La Alameda, donde en mayo y septiembre se celebran las ferias de Talavera, «y nunca hemos puesto ninguna queja, porque son las fiestas de nuestra ciudad, y son dos veces al año, pero esto no tiene nombre», ya que, insiste, «solo podemos dormir tres días a la semana».

Los problemas de sueño les están generando nervios e irascibilidad con la que deben convivir el resto del día. «Es horrible, esto no se puede permitir», comenta otro vecino que muestra vídeos con el elevado volumen procedente de la plaza de toros. También lamentan que el coso taurino sirva para acoger este tipo de actividad de ocio nocturno «cuando debería ser para las corridas de toros y algún concierto puntual, como en otros sitios».

Al problema del excesivo volumen y la falta de descanso, se une la suciedad acumulada durante y después del cierre de la actividad, con vasos y orines en los alrededores de la Basílica delPrado y los Jardines del Prado, ambos catalogados como Bien de Interés Cultural (BIC) y que dejan una imagen «lamentable» de la ciudad. Se trata de un comportamiento incívico que se acrecienta con las voces y gritos de los jóvenes que, «sin importarles la hora», agravan las consecuencias del ruido generado en la plaza.