Hubo un anuncio, de El Corte Inglés, con una canción que se hizo famosa. Cada comienzo de curso era un trajín constante en la publicidad televisiva: ¡Volver a empezar!, otra vez. Pues así, en las mismas estamos. La progresía imperante lo ha venido a llamar resiliencia, otros lo llamaron la segunda oportunidad, otros no saben de qué hablamos.
Llegados al 2024 nos vemos como hace 100 años. El clero decayendo y bajo la crítica social generalizada. La lucha de clases conduciéndonos a un insoportable malestar, la administración elevando las exigencias para unos y la corrupción campando a sus anchas en todas partes.
En breve los grupos mafiosos serán una realidad que, en ciertos barrios, irán pidiendo el impuesto de seguridad a los comerciantes. Ya no será suficiente que estén agobiadísimos por las subidas fiscales de la megaministra Montero, y el mal Cuerpo que nos ha supuesto, a todos, la salida de Calviño, en breve saltarán otros escándalos.
De nuevo, décadas después, los insultos a la Monarquía. Ahora, el asedio a palacio a través del menosprecio que han inculcado los medios de comunicación y la eliminación del delito de injurias al Rey gracias a los votos de los propios 'injuriantes'. Eso sí, que no toquen a su 'sanchidad', al hortera del trajecito azul no le toquen una cana de su estilístico mechón.
Nos obligarán a disfrazarnos en carnaval de curas y frailes, policías y guardiaciviles, pero nunca de Puchi, ni de Junqueras, ni de Otegui ni de Lenin. Eso sería injuriar al nuevo Luis XIV, al nuevo sol de nuestro firmamento, al nuevo hijo de Ra, al Orus del siglo XXI, el intocable albañil y constructor de muros y tapiales, hacedor de pasaportes de democracia, al repartidor de beneficios judiciales, al igualador de ignorancia, al creador de la nueva era de analfabetismo , digitalizado, pero falto de conocimiento y base cultural.
Dentro de poco en lugar de volver a empezar un nuevo curso, estaremos, otra vez, venerando, frente a una hoguera que el gran artífice de esta magna obra ha considerado suficiente el tiempo que hemos respirado de manera gratuita y no será por la agenda 2030.
Esperemos que antes de 2025 volvamos a empezar, con unas elecciones generales de por medio, para echar a Sánchez. Dios lo quiera.