El inédito fundido a negro sumió en la confusión a buena parte del país, que quedó dividido en dos corrientes: quienes se preparaban para lo peor, e incluso aguantar varios días sin luz, y quienes observaban el caos agarrados a un botellín.
El desconcierto y el caos se propagaron entre los ciudadanos a raíz del apagón masivo que comenzó pasadas las 12,30 horas, cuando quedaron interrumpidas la red eléctrica y las comunicaciones. A los pocos minutos del corte, miles de personas salieron a la calle para comprobar si la interrupción afectaba solo a sus edificios o era algo generalizado.Ante las sospechas de un corte de suministro a escala nacional, muchos optaron por rescatar o comprar transistores a pilas, preparar el famoso kit de superviviencia que la Unión Europea recomendó hace unas semanas o acudir a los supermercados en busca de provisiones, pero también hubo quienes decidieron pasar la emergencia en la terraza del bar, apurando la cerveza.
Las radios con pilas, que fueron una de las principales fuentes de información durante otras crisis, se agotaron en muchas tiendas apenas una hora después del comienzo del apagón.
El caos generalizado alcanzó una intensidad mayor en la capital del país, donde el Metro y Cercanías dejaron de funcionar, mientras los autobuses urbanos estaban inmersos en grandes atascos, por lo que los madrileños optaron por emprender el camino a casa a pie. Además, se desplegaron agentes de movilidad para regular el tráfico dado que el corte dejó sin servicio los semáforos de la capital. En la céntrica plaza de Colón, solo un agente de movilidad se ocupaba de abrir y cortar el paso a los vehículos en este punto neurálgico para el tráfico de la capital, por lo que la circulación se tornó muy lenta, prácticamente inexistente.
Ante la falta de electricidad, muchos tuvieron que abandonar sus puestos de trabajo, por lo que las calles lucieron repletas de viandantes. En el centro de Madrid se podían ver colas para retirar dinero en efectivo de algunos cajeros electrónicos que todavía funcionaban, pero también en cafeterías y tiendas de alimentación, que tuvieron que avisar a los clientes de que solo aceptaban pagos en metálico.
«La ley de Murphy, justo el día que menos batería tengo», proclamó una ciudadana que caminaba por el Paseo de la Castellana. Ella, como miles de personas, bajaba por una de las arterias principales de la capital, por la que confluían en riada trabajadores, niños que salían de la escuela, o incluso turistas que habían llegado desde la vecina estación de tren de Chamartín, todo ante el caos que se había generado en el tráfico colapsado.
En los supermercados se vivieron momentos similares a los primeros días de confinamiento por la pandemia, con miles de personas vaciando los estantes de alimentos básicos como agua, pan, y conservas, así como de papel higiénico, pilas o velas.
La otra cara de la moneda se pudo ver también en la capital, donde a unos metros del caos del supermercado, imperaba el ruido de las conversaciones en las abarrotadas terrazas, ya que si bien, no había luz, sí una temperatura agradable y un cielo despejado. Preparándose o pasando el mal trago con algo fresco, todos esperaban el retorno del suministro.
Guía de actuación
Más allá de las diferentes reacciones, resulta oportuno saber cómo actuar ante un apagón. Entre las principales recomendaciones, destacan: evitar desplazamientos innecesarios, almacenar velas, usar el móvil para lo imprescindible o desconectar los aparatos eléctricos. Desde los servicios de emergencias de varias comunidades pidieron a los ciudadanos que solo llamaran en caso de urgencia, mientras la DGT hizo un llamamiento para evitar coger el coche en las carreteras, a lo que también instaron los ayuntamientos para sus calles porque en la mayoría no funcionan los semáforos.
Ante un previsible retorno del fluido eléctrico, los servicios de emergencia recuerdan que es mejor desconectar antes los aparatos eléctricos que estuvieran enchufados para evitar incidencias cuando vuelva la luz o ante subidas de tensión. Tener velas en casa es una buena opción, aunque hay que tener cuidado con ellas para que no estén cerca de objetos que puedan prenderse fácilmente. También es aconsejable disponer de agua embotellada, y ante la previsión de que la batería del teléfono móvil se vaya agotando, se puede utiliza el ordenador personas o baterías extraíbles para evitar quedarse desconectado. El apagón ha pillado desprevenidos a los españoles, salvo a los que disponen de un kit de supervivencia con lo necesario para resistir al menos 72 horas, tal y como recomendó Bruselas.