No todo se aprende en el colegio. Muchos niños y jóvenes se enfrentan a problemas con los que personas de su edad no tendrían ni deberían lidiar. Al contrario que en un problema de matemáticas, no hay una fórmula que resuelva el problema, pero sí hay proyectos como el que desarrolla Grupo Cinco en nueve localidades diferentes, con el que crean un entorno social seguro para el desarrollo de los más de 500 jóvenes que atienden a lo largo del año.
¿En qué consiste el Proyecto Brújula de Grupo Cinco?
Es un proyecto socioeducativo, de atención especializada dirigido tanto a infancia como a adolescencia. Se desarrolla desde el ámbito de la educación no formal y del ocio y tiempo libre, generando una alternativa a la situación de riesgo en la que se puedan encontrar los niños, niñas y adolescentes. No se trata de hacer un trabajo de clases particulares ni nada por el estilo, sino que se trata de un enfoque más amplio donde el fin es trabajar para que nuestra 'chavaleria' sea responsable y sean buenas personas . Queremos que se conviertan en los protagonistas de sus vidas y ciudadanos de su pueblo. Crear una comunidad donde se sientan a gusto y puedan construirse a sí mismos a través de una conciencia social.
Nuestro fin es conseguir que los chicos sean buenas personas, que jueguen su papel en la sociedad de una manera positiva. Crear una conciencia ciudadana... nosotros lo llamamos un 'espíritu brujulero'.
A la hora de plantear las jornadas con los usuarios, ¿cuál es vuestro método de trabajo?
Depende de cada centro y, por supuesto, de cada chaval. Tenemos una estructura general en la que dividimos la tarde en dos sesiones. Primero una enfocada al estudio, aunque no se trata de clases particulares ya que nosotros no enseñamos a los niños, sino que les ayudamos a que se crean su rutina de estudio. En la segunda parte hacemos talleres, charlas y otras actividades en las que tratamos temas como las emociones, técnicas de comunicación, valores y cualquier inquietud que ellos puedan tener. Son los propios chicos los que nos transmiten sus inquietudes con temas como el empoderamiento de la mujer o relacionados con el medio ambiente. Depende de factores como la edad, el entorno o sus gustos.
¿A qué perfil de niños y jóvenes va enfocado este proyecto?
No buscamos un perfil concreto, eso es lo bonito. Se trata de niños y niñas sin apellidos, sin clase social, sin etiquetas. La única condición es que cumplan la edad mínima que es de seis años y que no pasen la edad límite que son 18, aunque a día de hoy hay chicos que tienen hasta 23 años y siguen formando parte del proyecto.
Lo que buscamos es que no haya distinciones, dejar fuera estereotipos y juicios, da igual si es el hijo del médico o el hijo del obrero más pobre, si tienen capacidades diferentes o si no tienen ningún diagnóstico. Lo más bonito es cuando son ellos mismos los que se ayudan entre sí. Los mayores le echan una mano a los pequeños, se cuidan unos a otros. Entienden que han completado un proceso cuando se convierten en mayores de edad y quieren continuar en este proyecto, pero siendo ellos monitores o ayudando como voluntarios a niños que están en situaciones parecidas a las que ellos pasaron y eso es un orgullo.
¿Cómo ha sido la evolución del proyecto en todo este tiempo?
La asociación Grupo Cinco lleva funcionando desde 2007 y desarrollando distintos proyectos socioeducativos. El Compás o el Puente son nombres de proyectos que desarrolla en toda la provincia de Cuenca con los más jóvenes. La Brújula en concreto ha pasado de estar solo en Cuenca a llegar a nueve localidades, lo que es muy importante para nosotros, ya que apostamos por las posibilidades del mundo rural, que la gente se quede a vivir en su pueblo y tener un lugar así, donde los chavales tengan un centro de estas características, es muy positivo para ellos.
Hasta hoy hemos trabajado con más de 500 niños entre todos los centros y somos un total de 13 profesionales los que formamos parte de él. Seguiremos esforzándonos por llegar a más localidades. Otro de nuestros retos es conseguir la financiación para poder trabajar durante los 12 meses del año. Actualmente las subvenciones y los fondos solo cubren nueve meses del año y los otros tres restantes se notan muchísimo en los chavales. En algunos casos son los propios ayuntamientos los que ponen fondos para poder cubrir más meses, entienden que es una inversión en las posibilidades de sus jóvenes y una medida para prevenir el vandalismo y la delincuencia.