La cosecha del cereal entra en junio con la mejor previsión imaginable después de lo vivido el año pasado, a excepción del sureste albaceteño que sigue arrastrando un grave problema de sequía. Las primeras estimaciones fijan en 3,4 millones de toneladas de grano lo que segarán las máquinas en la región, donde estos días algo tormentosos aceleran los trabajos por si viniera la piedra. A nivel nacional, serán poco más de 20 millones (con maíz), según la sectorial de herbáceos de cooperativas, aunque Asaja rebaja el cálculo a cerca de 16 millones de toneladas a nivel nacional, por la pérdida de rendimientos y mala grana en otras muchas comarcas del país.
En el caso del olivar, afloran tímidamente cálculos de lo que podría ser la nueva campaña de aceituna una vez que ha cuajado en la mayor parte de la superficie del país con más producción del mundo, aunque todavía es muy prematuro. Asoliva -que agrupa al grueso de la industria envasadora y exportadora de esta preciada grasa vegetal- no descarta que esté fraguando una producción de 1,5 millones de toneladas, a falta de ver cómo evoluciona el verano.
En el viñedo, pocos se atreven a hacer números, rehuyen casi la pregunta, y con la boca chica prefieren argumentar que es mejor aguardar un poco más porque uva hay. En ese sentido, la mesa del vino reunida estos días y coordinada por el Ministerio de Agricultura, se agarra a la evolución de las existencias para augurar que la campaña comercial llegará al 31 de julio con 32 millones de hectolitros de vino y mosto en España, un 21 por ciento menos que el año anterior.
En otros leñosos como el almendro, quedan dos meses cruciales y determinantes para saber cómo acabará la cosa, aunque de momento la mesa nacional de frutos secos habla de 125.000 toneladas de almendra, una cosecha superior a de 2023 que finalmente se torció por la climatología.
Y es ahí donde están paradas las principales cábalas ya que junio y julio están siendo estos últimos años, unos meses muy inestables, hasta traicioneros, si miramos la estadística del seguro agrario donde el pedrisco provocó -en sesenta días- verdaderos desastres, disparando el nivel de siniestralidad y por lo tanto de indemnizaciones. Tan loco está el tiempo que hasta los refranes quedan desfasados como ese que dice que "abril y mayo tienen las llaves del año". Y si no preguntemos a los agricultores de Tomelloso, Alcázar, Alameda de Cervera en Ciudad Real, o de Fuente Álamo (Albacete), o de Manzaneque (Toledo), por la piedra de estos días.
Con todo, la prórroga del marco temporal de ayudas extraordinarias por la guerra de Rusia en Ucrania, donde se cargaron las subvenciones directas por sequía y otros desfases económicos, ha generado expectativas para poder enmendar los jirones que vaya a hacer la climatología. Y de ahí que las organizaciones agrarias, Asaja, Upa, Coag, e incluso las cooperativas agroalimentarias, hayan solicitado la convocatoria urgente de la mesa nacional de la sequía por los daños que van confirmándose en provincias como Zaragoza, Teruel, La Rioja, Lérida, Tarragona, Castellón, Valencia, Alicante, Murcia, Almería y Granada.
También en Castilla -La Mancha, la consejería de Agricultura mira hacia ese fondo extraordinario para buscar las posibles compensaciones que, en el caso de nuestra comunidad, se circunscriben -según la Junta- al sureste de la provincia de Albacete. Sin embargo, la reunión del pasado lunes sirvió para esbozar el mapa de afección que el sector cree que es mucho más amplio. Y así se está viendo, por ejemplo estos días, en términos como Villarrobledo donde las máquinas apenas están segando 200-300 kilos por hectárea de lentejas, muy perjudicadas también por los hielos de abril. Un desastre para estos municipios de gran tradición en el cultivo de las leguminosas. 
Esta semana, la Junta elevará el informe técnico al MAPA, y solicitará una reunión. Y no parece que vaya a ser la última petición. En la glorieta de Atocha quieren ser prudentes a sabiendas de que el cielo tiene la última palabra.